El mundo cambia, debemos actuar
Costa Rica, sin ejército, de renta media alta, con destacables índices en desarrollo humano y políticas ambientales – con serios síntomas de estancamiento y hasta retroceso –, con marcadas desigualdades, bajo la amenaza del narcotráfico y del crimen transnacional, con un inmenso océano pacífico, en una región que se adentra en choques de influencias geopolíticas con desencuentros comerciales y nuevas formas de movilidad humana, enfrenta un cambio radical al orden global conocido.
Espacio multilateral: las reglas que protegían a los Estados pequeños, como el nuestro, han llegado a su fin. La relativa estabilidad que conocíamos no volverá pronto. Más países actuarán y utilizarán la fuerza o la presión para obtener ventajas. Debemos desarrollar al máximo nuestras capacidades, creando, modificando o fortaleciendo nuestro ecosistema de alianzas estratégicas con países afines. Pero primero, tenemos que detener los discursos violentos, las divisiones y enfrentamientos entre nosotros, y entender que, ante las amenazas, debemos estar cohesionados y actuar con determinación.
Apuntalar nuestro desarrollo: junto con promover, fortalecer y defender los principios de paz, juridicidad, democracia, libertades fundamentales y Derechos Humanos, desarme, compromiso con el desarrollo y el bienestar, manejo sostenible del medio ambiente, debemos incursionar en la diplomacia del océano y cambio climático, del hidrógeno y de energías renovables, de las biociencias, la aeroespacial y la inteligencia artificial, seguridad alimentaria y energética, población adulta mayor, generando alianzas público-privadas, para citar algunos, bajo un concepto integral de diplomacia económica que va más allá de comercio exterior, atracción de inversión y turismo, ya que , junto con una propuesta de cooperación internacional para el desarrollo, una atención diferenciada a nuestros compatriotas que viven en el exterior, aprovechando la circulación y no fuga de cerebros, formaremos el escenario perfecto para adentrarnos en el desarrollo económico, social y sostenible al que aspiramos. Es diseñar una política pública para lanzarnos hacia una economía del conocimiento.
Invertir en política exterior: No es un tema muy potable para discutir durante una campaña política, sobre todo con la necesidad de recursos para seguridad, educación, salud, infraestructura entre otros, pero necesario abordarlo para lograr conectar coherentemente nuestra política exterior con nuestra agenda doméstica. Debe ser una discusión técnica y prospectiva. El presupuesto de la Cancillería de Costa Rica ronda el 0.30% del total de la administración central, como porcentaje del PIB representa casi el 0.1%, unos USD$50 millones al año. Guardando las distancias del caso, y como ejercicio de comparación, tenemos que, anualmente, Chile destina USD$190 millones, México USD$115 millones y Colombia USD$170 millones, países miembros, al igual que nosotros, de la OCDE; República Dominicana USD$200 millones, y Panamá USD$70 millones; nuestros socios en la Alianza para el Desarrollo en Democracia y el SICA. Todos vecinos, amigos y aliados regionales, pero competidores al final del día. Es por ello que debemos actualizar costos y establecer un destino específico, a favor de la Cancillería, para los ingresos por servicios consulares y apostillados de documentos; las autoridades hacendarias, con presupuesto independiente, atender el pago de las cuotas a organismos internacionales, así como vigilar celosamente la eficiencia en la ejecución del gasto en otros ministerios redistribuyendo y re direccionando mejor las partidas en favor de nuestra acción exterior. Pensando con innovación y creatividad, estructurar un instrumento financiero – modalidad fideicomiso por proyectos para la promoción e internacionalización de nuestra acción exterior – , así, progresivamente, en 10 años, lograr elevar al 0.25 % del PIB los recursos destinados a la gestión de la política exterior, cuya inversión es medible por la eficacia del gasto. De forma paralela se necesita una nueva la ley orgánica del ministerio de Relaciones Exteriores, visibilizando al servicio consular e institucionalizando una política de cooperación internacional para el desarrollo, remozar el Estatuto del Servicio Exterior, mejorar la evaluación del desempeño de los funcionarios así como la metodología para la definición de los planes de trabajo. Se trata de construir una cultura de rendición de cuentas y medición de resultados.
Liderazgo: contamos con una diplomacia profesional, sólida, con amplios conocimientos técnicos que nos permiten desplegar nuestras capacidades de adaptabilidad para ser más flexibles y ágiles. Tenemos que tomar decisiones, en consenso y con diálogo participativo pero con la urgencia que las circunstancias demandan. Hagamos la tarea.