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El Gobierno de la demagogia y desinformación

Por Agencia | 19 de Nov. 2024 | 4:10 am

Escribo esta breve y modesta reflexión para discutir sobre las candentes y reiteradas mofas de Rodrigo Chaves Robles a la institucionalidad democrática del país. Pero que, a diferencia de las pasadas, esta vez se han visto exacerbadas por la reciente visita del presidente Bukele, quien, de forma irresponsable y peligrosa, no se fue del país sin antes prestarse para el circo mediático de ataques de Chaves.

Entonces, encuentro menester iniciar diciendo que, al igual que la naturaleza de la humanidad, que se encuentra en constante adaptación a las cambiantes necesidades y circunstancias de la sociedad, los gobiernos y sus instituciones también están en una continua transición hacia nuevos modelos de Estado, enfoques y tendencias de gestión pública. Esto les permite, entre muchas cosas, responder a sus asuntos públicos y demandas sociales. Sin embargo, de las pocas cosas que no deben cambiar, sino fortalecerse, son los cimientos de la institucionalidad democrática del Estado.

No obstante, en las últimas horas, hemos sido testigos, una vez más, de las prácticas políticas más bajas, tradicionales, baratas, malintencionadas y demagogas por parte de aquel que algunos llaman presidente de la República. En otro orden de ideas, si se quiere, hemos visto la desesperación atrevida de utilizar la lamentable tragedia humana por las fuertes condiciones climáticas que han hecho estragos en múltiples zonas del país, mezclada con demagogia y desinformación como herramienta discursiva para seguir socavando los cimientos de la institucionalidad democrática del país, pecando, entre muchas cosas, de un desconocimiento de aquellos pesos y contrapesos necesarios en cualquier Estado social de derecho para la sana separación de sus Poderes.

Antes de seguir, y frente a la ignorancia sistematizada de Chaves, tenemos que recordar la teoría republicana (véase el Contrato Social, de Rousseau, o El Espíritu de las Leyes, de Montesquieu). Y decir que por Poderes de un país entendemos las instituciones que la Constitución Política de un país legitimiza y faculta con un rango constitucional y hegemónico. Consideremos pues, el artículo 9 de la Constitución Política de Costa Rica de 1949, el que legitimiza y eleva a la institucionalidad Legislativa, Ejecutiva y Judicial a rango constitucional y hegemónico. Hay quienes además hablan de dos Poderes más en Costa Rica: El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) y la Contraloría General de la República (CGR). Pero esto último será tema de reflexión para otra ocasión.

Siguiendo con la reflexión que nos ataña, el presidente Chaves, con el agua por las rodillas, en medio de un berrinche por el control político dado por la no autorización previa de la Asamblea Legislativa para el ingreso de militares salvadoreños al país, se dejó decir, recientemente, a un hombre que sería un pecado votar la comida que les llevaba, y que en Cuesta de Moras los señores y señoras diputadas querían que él votara esa comida. Jugando con las penas y necesidades del pueblo costarricense, para inflar, a cuestas de demagogia y desinformación, su imagen pública.

Quienes sí creemos en la dignidad, en la república, en los pesos y contrapesos, en la institucionalidad democrática, censuramos y condenamos de la forma más enérgica y categórica el usar las pérdidas y necesidades de cientos de familias costarricenses afectadas por las últimas lluvias, de forma demagógica y llena de desinformación para poner a los unos contra los otros.

Es imperativo que recordemos y defendamos los principios fundamentales en los que se cimenta nuestra democracia. La separación de Poderes no es solo una formalidad, sino una garantía que al igual que la república, suscribe que nadie es más que nadie. La Asamblea Legislativa, el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo, y si se quiere, el TSE y la CGR, deben funcionar como contrapesos entre sí, asegurando que las decisiones se tomen de manera equilibrada y justa, dentro del marco legal, jurídico y constitucional.

Además, la manipulación de la información y el uso de tácticas demagógicas para inflar el apoyo político no solo son éticamente cuestionables, sino que también erosionan la confianza pública en las instituciones del país. La desinformación crea polarizaciones y conflictos innecesarios para el país, desviando la atención de los problemas reales que enfrentamos como sociedad. Problemas públicos de carácter perversos.

Por otra parte, en este contexto, la visita de Bukele y su participación en la cena rimbombante y mediática de Chaves no solo fue irresponsable, sino también peligrosa. Al prestarse para estos juegos políticos, ambos aprendices de autoritarios criollos han demostrado una falta de respeto por la institucionalidad democrática y por el pueblo costarricense.

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