Estos son los riesgos de una inflación negativa o muy baja que no menciona el Gobierno
En su permanente campaña por destacar lo que atribuye como "logros", el gobierno de Rodrigo Chaves ha subrayado que los precios de bienes y servicios, y por ende el costo de vida, han bajado.
Incluso, en la conferencia de prensa de este miércoles, Chaves aseguró que la economía costarricense está "volando" y mencionó la reducción en los precios de bienes y servicios, como los de los ingredientes para preparar tamales y de la gasolina.
Aunque desde abril de este año la inflación general ha sido negativa, alcanzando una variación interanual de -0,38 % en noviembre, una inflación negativa o baja persistente conlleva riesgos que el Gobierno no menciona.
El reciente estudio El Sistema de Intermediación Financiera Costarricense: evolución, desafíos y perspectivas 2014-2024, elaborado por los economistas Daniel Ortiz, socio director de la firma Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa), y Luis Liberman, socio de Cefsa y asociado de la Academia de Centroamérica, detalla esos riesgos.
La llamada "estabilidad de precios" crea desafíos para las familias, las empresas y el sistema financiero.
Según Ortiz, si la economía se acostumbra a precios inmóviles, el riesgo es una espiral deflacionaria en la cual se posterga el consumo y se frena la inversión. Este escenario abre la interrogante entre las empresas: ¿cómo se ajustan los precios con inflación negativa?
Para las empresas
La inflación persistentemente negativa o cercana a cero crea retos para las empresas:
- Menores márgenes de ganancia y presión por reducir costos operativos.
- Dificultades para acceder a crédito y mantener liquidez.
- Proyectos de inversión detenidos o cancelados por falta de rentabilidad esperada.
- Espacio limitado para aumentar precios sin perder competitividad.
"Una inflación negativa persistente debilita la economía doméstica porque impide que salarios y precios se ajusten, enfría las decisiones de consumo e inversión y termina atrapando a la demanda interna en un círculo de bajo crecimiento", señala Ortiz.
Para las personas y el sistema financiero
La inflación es una de las variables clave para el sistema financiero, porque afecta prácticamente todas sus funciones, desde la rentabilidad de los intermediarios hasta el comportamiento de los ahorrantes, inversionistas y deudores.
De acuerdo con Ortiz y Liberman, el crecimiento en el nivel general de precios incide directamente en el poder adquisitivo de las personas y empresas.
Como resultado, se pueden presentar los siguientes escenarios:
- Cuando la inflación es alta, los ingresos reales tienden a deteriorarse, lo que reduce la capacidad de pago de los deudores. Esto eleva la morosidad y el riesgo de impago.
- Si la inflación es muy baja o negativa (como ha ocurrido persistentemente desde 2023), las tasas de interés reales pueden subir involuntariamente, encareciendo el crédito y desincentivando tanto el consumo como la inversión.
- Una inflación baja o deflación puede generar una caída en los ingresos nominales de las empresas, afectando su capacidad de ahorro y, por ende, la demanda de servicios financieros.
Lejos de la meta
La inflación en Costa Rica, medida por la variación interanual del índice de precios al consumidor (IPC), siguió en terreno negativo y sin variación durante noviembre: se ubicó en -0,38 %, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Con este resultado, el indicador acumula 31 meses consecutivos por debajo del rango de tolerancia alrededor de la meta establecido por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), el cual se sitúa entre 2 % y 4 %.
En el Informe de Política Monetaria (IPM) de octubre de este año, el BCCR indica que sus modelos de proyección señalan que, en términos interanuales, la inflación general se mantendrá en valores negativos durante lo que resta de 2025 y en los primeros meses de 2026.
Se estima que este indicador ingrese al rango de tolerancia alrededor de la meta en el segundo trimestre de 2027.
El mismo Banco Central admite que esto representa un retraso en comparación con la estimación presentada en el IPM de julio de 2025.
Por su parte, para el cuarto trimestre de 2025, la inflación subyacente —que excluye los precios de alimentos, combustibles y bienes y servicios regulados—, si bien se mantendría en valores positivos, continuará el proceso de desaceleración observado desde abril de este año y se recuperaría a partir del primer trimestre de 2026, para ingresar al rango de tolerancia alrededor de la meta en el tercer trimestre de ese año.
La entidad monetaria estima que tanto la inflación general como la subyacente se mantendrían muy cerca del límite inferior del rango de tolerancia alrededor de la meta, sin alcanzar el 3 %.
