Logo

Crecimiento del crédito al sector privado se desaceleró en la última década

Por Alexánder Ramírez | 29 de Dic. 2025 | 6:48 am

Imagen con fines ilustrativos. (CRH).

Aunque la producción interna de Costa Rica creció en promedio un 6,2 % anual entre 2014 y 2024, el crédito al sector privado —que tradicionalmente se había expandido a un ritmo superior al crecimiento real de la economía— mostró una desaceleración sostenida en su ritmo de crecimiento.

Así lo señalan los economistas Daniel Ortiz, socio director de la firma Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa), y Luis Liberman, asociado de la Academia de Centroamérica, en el reciente estudio El sistema de intermediación financiera costarricense: evolución, desafíos y perspectivas 2014-2024.

Según la investigación, durante esa década el crédito creció en promedio un 6,6 % anual; aunque este dato esconde variaciones significativas. Por ejemplo, en 2014 el crédito aumentó un 17,6 % por efecto del crecimiento en las zonas costeras y en el sector empresarial, mientras que en el último quinquenio la situación dio un giro relevante y, en 2023, el crecimiento apenas alcanzó un 1,9 %.

Ortiz y Liberman explican que el sector real de la economía, en el cual se incluye la actividad económica, el mercado laboral, la inflación y el tipo de cambio, constituye la base sobre la cual se genera la demanda de servicios financieros.

Es ahí donde se originan las necesidades de financiamiento para inversión, contratación de personal, expansión y operación diaria de las empresas. El buen desempeño —estabilidad y profundización— del sistema financiero contribuye al crecimiento económico.

Al analizar la relación entre la economía real y el sistema financiero, no basta con observar únicamente el comportamiento del crédito, que es un componente del activo de una entidad financiera.

El desempeño del sector real también incide en los pasivos del sistema financiero, por ejemplo, a través del ahorro de los hogares y las empresas, el acceso a préstamos internacionales y, en general, la dinámica de los recursos con los que se financian los intermediarios.

En períodos de mayor crecimiento económico, el ahorro tiende a expandirse y los bancos pueden acceder con mayor facilidad a financiamiento externo e interno; en fases de desaceleración ocurre lo contrario.

Cuando la economía real se desacelera o entra en recesión, aumentan los riesgos para el sistema. Las empresas venden menos, se reduce el empleo y los hogares, por ende, tienen menos ingresos, lo que puede llevar a atrasos en el pago de préstamos y otros compromisos. Esto afecta directamente la salud financiera de los bancos, cooperativas y demás intermediarios financieros, ya que enfrentan mayores niveles de morosidad y posibles pérdidas en sus carteras de crédito.

¿Por qué se ha moderado?

Los economistas plantean la interrogante de por qué el crédito mostró una tendencia a la moderación si el producto interno bruto (PIB) costarricense continuó creciendo entre 2014 y 2024.

Aseguran que esto se explica por varios factores:

  • Aunque la producción interna creció, lo hizo a un ritmo menor en comparación con décadas anteriores. Mientras que entre 2003 y 2013 el crecimiento promedio del PIB fue del 14,2 %, entre 2014 y 2024 se redujo a un 6,2 %, lo cual representa una menor presión sobre la demanda de crédito.
  • Buena parte del crecimiento económico reciente estuvo impulsado por el régimen especial, particularmente por las zonas francas. Muchas de las empresas que operan bajo este régimen tienen menor dependencia del crédito local, ya sea porque reciben financiamiento externo o porque su modelo de negocio no requiere los mismos niveles de apalancamiento que las empresas del régimen definitivo. Este cambio en la composición del crecimiento se refleja en el peso creciente del régimen especial en la economía nacional. En 2014, las zonas francas representaban un 5,9 % del PIB, mientras que para 2024 alcanzaron un 13,6 %. Ese nivel supera ampliamente la participación observada en otros países de la región donde su peso también es relevante, como Panamá (5 % del PIB), República Dominicana (3,5 %) y Colombia (4,6 %). La realidad es que no toda expansión económica genera la misma demanda de financiamiento interno.

Ortiz y Liberman explican que, cuando se examina la relación entre la producción del sector financiero y de seguros —medida por el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) de ese sector— y la de la economía como un todo, resulta más apropiado representar esta última mediante el IMAE del régimen definitivo.

Entre 2014 y 2025, la correlación entre la evolución de ambas producciones fue de 0,44; si se considera solo el período a partir de 2021, esta aumenta a 0,48. En contraste, si se toma como referencia la evolución del IMAE total de la economía, la correlación desde 2021 es de apenas 0,364.

"Estos resultados reflejan que la actividad económica del sector financiero y de seguros acompaña parcialmente el ciclo de la economía local. El vínculo es lógico, ya que un mayor dinamismo en comercio, construcción y servicios locales genera más demanda de crédito, seguros e intermediación. Sin embargo, el hecho de que la correlación entre el IMAE del sector financiero y de seguros y el del régimen definitivo no sea más elevada —por ejemplo, cercana a 0,7 u 0,8— indica que el sector también está condicionado por otros factores, como las tasas de interés, el tipo de cambio, los ciclos propios del crédito de consumo y vivienda, así como la confianza de los agentes económicos", detallan.

Cambio

Según Ortiz y Liberman, el cambio en la composición del PIB no solo tuvo implicaciones sobre la estructura productiva, sino también sobre el ingreso disponible de las personas.

Aunque con frecuencia se utiliza el PIB per cápita como un indicador aproximado del ingreso, un mejor referente es el ingreso nacional disponible real per cápita, ya que este considera no solo la producción, sino también las transferencias y el pago de impuestos.

Un aspecto que destaca en la última década es el ensanchamiento de la brecha entre el PIB per cápita real y el ingreso nacional disponible real per cápita. Esta diferencia se duplicó entre 2014 y 2024.

Ello se debe a que el crecimiento del PIB ha sido impulsado en buena parte por la inversión extranjera directa (IED), que tiene un impacto menor sobre el ingreso nacional disponible, pues una parte del valor agregado generado se distribuye como utilidades para los accionistas extranjeros.

"En otras palabras, las familias no necesariamente han visto reflejado el crecimiento económico de la producción en su capacidad de consumo o ahorro, lo que plantea desafíos sobre la demanda interna y, por ende, sobre la demanda de crédito", señalan.

Aunque el PIB per cápita suele usarse como una medida aproximada del ingreso, en realidad describe cuánta producción genera la economía por habitante, no cuánto de esa producción termina efectivamente en manos de las personas.

El indicador que captura mejor esa realidad es el ingreso nacional disponible real per cápita, que ajusta el PIB al incorporar impuestos netos, pagos al exterior, rentas de factores y transferencias recibidas. Por eso, mientras el PIB mide la actividad productiva interna, el ingreso nacional disponible refleja lo que realmente queda en el país para consumir, ahorrar o invertir.

Este cambio en la composición del PIB también se ha reflejado en la estructura de la demanda de crédito.

Durante la última década, el crecimiento del crédito ha estado más concentrado en las personas —particularmente en consumo, vehículos y vivienda— que en las actividades productivas vinculadas a las micro, pequeñas y medianas empresas (pymes).

Esta dinámica implica un impacto menos directo y sostenido sobre el crecimiento económico. A la vez, pone en evidencia el amplio espacio que todavía existe para fortalecer el acceso de las pymes al financiamiento formal y su potencial para dinamizar la economía.

Comentarios
0 comentarios