Alertan sobre métodos de estafa que presionan a consumidores para robarles dinero
La ciberestafa ya no se explica únicamente por la falta de información, sino por la capacidad de los delincuentes para colocar a las personas frente a decisiones inmediatas y emocionalmente cargadas.
Ese es uno de los patrones que la Oficina del Consumidor Financiero (OCF) ha identificado de forma reiterada al analizar los casos más comunes de fraude que afectan a los consumidores financieros en el país.
Mensajes que aparentan provenir de bancos o instituciones públicas, llamadas de supuestos funcionarios que alertan sobre movimientos sospechosos, páginas web idénticas a las de entidades financieras y técnicas como el SIM swapping forman parte de un ecosistema criminal diseñado para provocar una reacción inmediata. En ese escenario, la víctima no actúa sin información, sino bajo una sensación de urgencia que reduce los mecanismos de verificación.
"Las personas no caen porque no sepan que existen estafas; caen porque el fraude está diseñado para que no tengan tiempo de pensar. Es una prueba de fuego en la que se activan el miedo, la presión y la necesidad de resolver de inmediato", explicó Danilo Montero, director general de la OCF.
Entre los métodos más frecuentes se mantienen los enlaces falsos que solicitan actualizar datos, las llamadas que simulan alertas bancarias, las inversiones con promesas de ganancias rápidas, los préstamos inexistentes que exigen pagos anticipados y los contactos que simulan emergencias de familiares cercanos.
En todos los casos, el patrón se repite, ya que incorpora una historia creíble, un canal de contacto familiar y una solicitud inmediata de información o dinero.
Para la OCF, la educación financiera y digital ha avanzado de forma significativa en el sistema financiero nacional.
Precisamente, este año se desarrolló la campaña #AMíTambiénMePasó, que reunió a bancos públicos, privados y cooperativas del país en un esfuerzo conjunto para educar, insistir y recomendar prácticas de prevención ante las estafas digitales.
No obstante, el reto persiste cuando las personas enfrentan una situación real de posible fraude y deben aplicar, en cuestión de segundos, los conocimientos adquiridos.
"Sabemos que hay esfuerzos constantes de educación, pero también somos conscientes de que el verdadero desafío aparece cuando suena el teléfono, llega el mensaje o se abre un enlace. Ahí es donde cada persona debe detenerse, desconfiar y verificar antes de actuar", recordó Montero.
¿Qué hacer?
Ante mensajes, llamadas o enlaces que generen urgencia o soliciten información financiera, la principal recomendación es detener la acción y verificar.
La OCF aconseja aplicar medidas básicas que reduzcan el riesgo de fraude:
- Activar el doble factor de autenticación en cuentas financieras y digitales para reforzar el acceso con más de una verificación.
- Evitar realizar transferencias o trámites financieros desde redes wifi abiertas o gratuitas y optar siempre por redes privadas y seguras.
- No abrir correos, mensajes ni archivos adjuntos de remitentes desconocidos o que soliciten datos personales o financieros.
- Revisar cuidadosamente enlaces y direcciones de correo antes de hacer clic, prestando atención a errores, dominios extraños o redacciones inusuales.
- Ingresar a los sitios web de las entidades financieras, escribiendo directamente la dirección en la barra de navegación y no desde buscadores o enlaces recibidos.
Estas acciones, aplicadas de forma consistente, permiten reducir de manera significativa la probabilidad de caer en una estafa, sobre todo en situaciones en las que la urgencia puede afectar la toma de decisiones.
Como parte del trabajo preventivo y de educación, la OCF recuerda que la población tiene a su alcance el libro digital "70 consejos para prevenir el cibercrimen", disponible de forma gratuita en el sitio www.ocf.fi.cr
, en la sección de libros digitales. El material reúne recomendaciones prácticas enfocadas en fortalecer la toma de decisiones seguras en entornos digitales.
En un contexto en el que las estafas se adaptan con rapidez a los hábitos de consumo y comunicación de las personas, la diferencia entre prevenir una pérdida y convertirse en víctima suele ser de segundos. Verificar la fuente, pausar cualquier acción financiera y desconfiar de la urgencia siguen siendo factores determinantes para reducir el impacto del fraude digital.
