Economía circular en Costa Rica: Avances y retos hacia el 2030
La economía circular está ganando terreno en América Latina y el Caribe como un modelo clave para la sustentabilidad. Costa Rica se destaca como pionera en Centroamérica y en toda la región en la adopción de esta visión. Sin embargo, ¿qué es la economía circular? ¿qué avances ha hecho el país? y ¿cuáles son los retos que enfrentamos para lograr una transición efectiva, justa e inclusiva? Exploraremos estas preguntas a continuación.
¿Qué es la economía circular? Desde un punto de vista de materiales, nuestro modelo económico actual es mayormente lineal: extraemos recursos, producimos bienes, los consumimos y los desechamos. Este modelo, aunque ha sido exitoso en términos de crecimiento económico y generación de empleo, es insostenible a largo plazo, ya que los recursos naturales son finitos y la creciente presión sobre ellos hace urgente encontrar alternativas. Aquí entra en juego la economía circular.
En lugar de desechar, la economía circular busca mantener los productos y materiales en uso por el mayor tiempo posible, reduciendo tanto la extracción de recursos como la generación de residuos. Se trata de un enfoque integral que recupera, retiene y genera valor de productos y materiales en cada etapa de la cadena productiva. Esto incluye actividades como el reciclaje y la gestión de residuos, además de la reparación, el reuso de productos y componentes, y la implementación de prácticas de agricultura regenerativa.
Economía circular en Costa Rica. La economía circular no es un concepto completamente nuevo en Costa Rica. Muchas prácticas circulares ya forman parte de la vida cotidiana, aunque no siempre las reconocemos como tal. Un ejemplo común es la reparación de electrodomésticos o la compra de vehículos de segunda mano, acciones que prolongan la vida útil de productos. Es probable que la mayoría de lectores hayan realizado alguna vez un "MacGyver" para extender la vida útil de un producto, lo cual es un ejemplo claro de economía circular.
No obstante, a nivel sistémico, el país aún carece de una estructura consolidada para impulsar una transición sistémica a la circularidad, lo cual requiere un enfoque integral que involucre a actores de diversos sectores.
En términos de políticas, ha habido avances importantes. En 2023, Costa Rica lanzó la Estrategia Nacional de Economía Circular, abarcando 7 sectores claves: agricultura, manufactura, energía, comercio/servicios, construcción, transporte y turismo. Además, leyes previas, como la Ley para la Gestión Integral de Residuos Sólidos, vigente desde hace 15 años, ya forman parte del marco regulatorio para la circularidad.
Mecanismos habilitadores para la transición hacia la economía circular. Con vistas a 2030, se han identificado tres mecanismos clave para avanzar hacia una economía circular efectiva, justa e inclusiva en Costa Rica y el resto de la región: el marco normativo, la evaluación y monitoreo de materiales, y los instrumentos financieros.
Primero, el desarrollo de normativas es crucial para una transición exitosa. Ya existen avances en este ámbito, pero es fundamental que estas regulaciones incluyan a actores vulnerables. Por ejemplo, la informalidad laboral, que representa 60% de la fuerza laboral en América Latina y el Caribe, plantea un recurso valioso para la implementación de prácticas circulares. Además, es esencial facilitar la participación de micro, pequeñas y medianas empresas, que representan más del 90% de la economía formal del país.
Segundo, es necesario mejorar la evaluación y el monitoreo de los flujos de materiales. Aunque existen estimaciones a nivel regional, estas suelen ser demasiado generales y no permiten una visión clara del contexto específico de Costa Rica y de los sectores claves. Un obstáculo clave es la falta de datos accesibles y de una entidad que centralice su recopilación y análisis. Aquí es importante la integración y dialogo continuo que han venido desarrollando instituciones como el INEC, el MINAE y el Banco Central de Costa Rica, los cuales son fundamentales para la evaluación y monitoreo de capital natural y flujo de materiales. También, la academia puede jugar un papel importante, brindando herramientas y conocimientos para realizar evaluaciones precisas y detalladas.
Finalmente, la transición hacia una economía circular requiere de instrumentos financieros tanto públicas como privadas. Aunque se percibe una falta de financiamiento, ya existen fondos destinados a apoyar negocios circulares. Sin embargo, estos recursos no siempre llegan a los sectores que más los necesitan, en parte debido a la falta de comunicación entre las instituciones que proporcionan los fondos y los negocios que podrían beneficiarse de ellos. Además, existe un desconocimiento sobre lo que significa ser parte de una cadena de valor circular. Por ejemplo, un emprendimiento que repara ropa ya forma parte de esta transición, aunque no lo perciba de esa manera. Para superar este reto, es crucial desarrollar una taxonomía común entre las entidades financieras y los negocios potenciales que podrían beneficiarse de los créditos disponibles.
Los próximos años serán fundamentales para consolidar la economía circular en el país. Es necesario fomentar un diálogo constante entre los actores clave, identificar los retos y oportunidades de cada cadena de valor circular, y realizar una evaluación continua de los potenciales impactos económicos, sociales y ambientales de esta transición. Desde una perspectiva personal, considero que los próximos años prometen grandes avances para la economía circular en Costa Rica, facilitando el camino hacia un sistema económico y una sociedad más sustentable.
Investigador Marie Curie del proyecto UNICA (UNravelling the socioeconomic and environmental Impacts of Circularity in Latin America), financiado por la Comisión Europea bajo las Acciones Marie Skłodowska-Curie (Acuerdo de subvención: 101103532), en colaboración con la Universidad de Leiden, Países Bajos, y la Academia de Centroamérica.