Donald Trump vs. los museos: la batalla por la historia de la esclavitud en EE. UU.
Donald Trump abrió un nuevo frente en la "guerra cultural" estadounidense. Esta semana criticó a los museos del Instituto Smithsonian por mostrar "lo terrible que fue la esclavitud" sin dar espacio al "éxito" y la "brillantez" de Estados Unidos.
En su red social Truth Social llamó a los museos "el último reducto del 'woke'" y aseguró que ya dio instrucciones a sus abogados para iniciar una revisión exhaustiva.
Las declaraciones no son palabras al aire: días antes, la Casa Blanca había enviado una carta oficial ordenando una revisión de ocho museos del Smithsonian con el fin de "alinear" sus exhibiciones con la visión presidencial. Esa visión exige celebrar el "excepcionalismo" estadounidense, eliminar narrativas "divisivas o ideológicas" y "restablecer la confianza" en las instituciones culturales del país.
El mensaje es claro: Trump quiere que la memoria de la esclavitud, aunque reconocida, deje de ocupar un lugar central en los relatos oficiales sobre la historia estadounidense.

Publicación en inglés realizada por el mandatario estadounidense.
Ofensiva cultural amplia
La ofensiva contra los museos forma parte de una estrategia que Trump impulsa desde que volvió a la Casa Blanca. En marzo firmó la orden ejecutiva "Restaurando la Verdad y la Cordura en la Historia Estadounidense", en la que acusó al Smithsonian de caer bajo "una ideología centrada en la raza" y de promover narrativas que "adoctrinan" negativamente sobre el país.
Además, al inico de su mandato se autoproclamó presidente del comité organizador de los 250 años de independencia en 2026. Su promesa: organizar una "gran celebración" que honre la historia de la nación.
La revisión de los museos se enmarca en esos preparativos. La Casa Blanca pidió a las instituciones revisar textos, procesos curatoriales, contenidos digitales y paneles de exhibición para eliminar expresiones consideradas "divisivas" y sustituirlas por mensajes "constructivos y unificadores".
¿Por qué la esclavitud y por qué ahora?
La insistencia de Trump en reescribir la narrativa sobre la esclavitud responde a varias razones:
- Reforzar el patriotismo y el excepcionalismo: Trump quiere que el relato histórico transmita orgullo nacional. En ese marco, las referencias al pasado esclavista resultan incómodas. Para él, las exhibiciones deberían centrarse en logros y éxitos, no en heridas históricas. Sus críticos ven allí una visión nacionalista y nostálgica que suaviza episodios centrales de la historia estadounidense.
- Continuar la guerra cultural contra lo "woke": Trump ha convertido la batalla contra las teorías críticas de raza en una de sus banderas. Considera que muestran a Estados Unidos como un país fundado en la esclavitud y no en la libertad. Al trasladar ese combate a los museos, amplía su cruzada contra lo que llama la "ideologización" de las instituciones culturales.
- Preparar el aniversario 250: El semiquincentenario de 2026 será un momento clave para moldear la memoria colectiva. Trump busca que las celebraciones oficiales transmitan una narrativa de unidad y orgullo nacional. Controlar los contenidos de los museos federales sería un paso más para garantizarlo.
- Coincidir con su base electoral. Presentarse como el defensor de una historia "verdadera y patriótica" conecta directamente con el electorado conservador. Al suavizar la centralidad de la esclavitud y enfatizar la grandeza del país, Trump alimenta la nostalgia por un pasado en el que —según esa narrativa— Estados Unidos era más fuerte, homogéneo y ordenado. Su lema "Make America Great Again" se proyecta así también sobre la memoria histórica.
¿Por qué el Smithsonian?
El Smithsonian no es cualquier institución. Con 21 museos y centros de investigación, es el complejo cultural más grande del mundo y un referente mundial en conservación, investigación y educación. Sus colecciones abarcan desde el Museo del Aire y el Espacio —que guarda la cápsula del Apolo 11— hasta el Museo Nacional del Indio Americano, y su presupuesto anual, mayormente financiado con fondos federales, lo convierte en una de las instituciones culturales más influyentes del planeta.
En este ecosistema destaca el Museo Nacional de Historia Estadounidense, que custodia piezas icónicas como la bandera que inspiró el himno nacional o los sombreros de Abraham Lincoln. Pero el centro más polémico en la disputa con Donald Trump es el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana, inaugurado en 2016 tras décadas de demandas de la comunidad afrodescendiente. Este museo se ha convertido en una referencia obligada para comprender cómo la esclavitud, la segregación y el movimiento por los derechos civiles no son capítulos aislados, sino elementos constitutivos de la historia estadounidense.
El simbolismo es claro: al cuestionar la manera en que estas instituciones narran el pasado, la Casa Blanca de Trump está tocando el corazón mismo de cómo Estados Unidos se entiende a sí mismo.
Fuerte reacción
La reacción más contundente ante las medidas de Trump proviene de la Alianza Americana de Museos(AAM), la principal organización del sector en Estados Unidos, que alertó sobre el "creciente riesgo" de censura e interferencia política en las instituciones culturales.
En un comunicado, la AAM advirtió que las directrices de la Casa Blanca hacia el Smithsonian pueden generar un "efecto escalofriante" en todo el ecosistema museístico, al imponer límites sobre qué se puede mostrar o cómo debe narrarse la historia nacional.
"La gente confía en los museos porque se apoyan en investigación independiente, estándares profesionales y apertura al debate. Cuando un mandato externo dicta lo que debe o no debe exhibirse, se corre el riesgo de reducir la ventana del público hacia la evidencia, las ideas y la diversidad de perspectivas", dice el comunicado.
La alianza también recordó que los museos tienen como misión crear espacios donde los ciudadanos puedan explorar la historia, la ciencia, el arte y la cultura de manera honesta, basada en hechos y con múltiples puntos de vista. Presiones como las ejercidas desde la Casa Blanca, sostuvo, amenazan valores fundacionales como la libertad de pensamiento y de expresión.
La crítica fue respaldada por la Organización de Historiadores Estadounidenses (OAH), que calificó la iniciativa de la Casa Blanca como un "caso inaceptable de extralimitación ejecutiva". Recordó que el Smithsonian es una agencia independiente, creada por el Congreso en 1846, y que ningún presidente tiene autoridad legítima para imponer revisiones de contenido. Para los historiadores, este intento constituye una "infracción alarmante a la autonomía y la integridad" de una de las instituciones culturales más prestigiosas del país.
En la misma línea, la Asociación Estadounidense de Historia Estatal y Local (Aaslh) describió la revisión ordenada por Trump como "un agravio contra el patrimonio cultural de Estados Unidos". Denunció que la presión gubernamental busca deslegitimar la práctica histórica y sustituirla por un relato simplificado y triunfalista que impide al público comprender la complejidad del pasado.
La Aaslh advirtió que censurar contenidos para ajustarlos a una narrativa oficial "es la antítesis de la práctica histórica" y un "grave perjuicio para toda la sociedad".
Las tres organizaciones coincidieron en que el futuro del Smithsonian no solo afecta a una institución, sino que pone en juego la credibilidad, la independencia y la función social de todos los museos en Estados Unidos.
Disputa sobre la memoria
Sin duda, la controversia va más allá de un pulso entre Trump y el Smithsonian. Está en juego la manera en que Estados Unidos cuenta su propia historia.
Para Trump, el relato debe ser unívoco, patriótico y edificante. Para académicos y defensores de la memoria histórica, ocultar o minimizar la esclavitud significa borrar una parte esencial del pasado.