Bajo diferentes liderazgos y acentos, nuestra diplomacia profesional, conformada por mujeres y hombres con un alto espíritu de vocación de servicio, ha sabido enfrentar complejas circunstancias, logrando siempre posicionar a Costa Rica con voz propia, coherente y con capacidad de convocatoria.
La creatividad importa. En mayo de 2021, en su discurso de toma de posesión, el entonces Presidente del Ecuador, Guillermo Lasso Mendoza, establecía su enunciado de política exterior: “Más Ecuador en el mundo y más mundo en Ecuador”. En nuestro país, en el informe presidencial a la Asamblea Legislativa del pasado 1º de mayo, el apartado titulado: Eje de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional, inicia con la siguiente frase: “Hoy tenemos más del mundo en Costa Rica y más de Costa Rica en el mundo “. En política exterior el orden de los factores pueden confundir el principio y desteñir el objetivo. Y es que una de las características esenciales de la política exterior moderna es la capacidad de adaptarse y reinventarse con creatividad, sobre ideas bien pensadas y desarrolladas, a partir de sólidas y rigurosas bases conceptuales, que logren traducirse en potables iniciativas de impacto bilateral, regional y multilateral. Eso es visón estratégica: tener claro qué queremos y cómo lograrlo. Regresando al apartado supra del informe presidencial, de las 10 páginas que lo conforman, solamente 2 tienen relación directa con el quehacer de nuestra Cancillería – recuento de la labor regular – , las otras 8 son materia ejecutada, con muy buen suceso hay que decir, por el Ministerio de Comercio Exterior – OCDE , nuevos espacios de negociación comercial -.Esto se explica por el enfoque de la actual administración potenciando el comercio internacional, que dejó de ser una herramienta de política exterior, para convertirse en el marco referencial de nuestro diálogo con el exterior.
Coherencia en el discurso. Nuestras posiciones de apalancamiento diplomático, hoy día ambivalente, partían de un temario históricamente rico, amplio e innovador. La defensa de tres pilares fundamentales: a) institucionalidad democrática, b) libertad de prensa y expresión, y c) Derechos Humanos, se hacía desde su activa promoción. Hoy, esas venas de nuestra identidad nacional han sido relegadas. Firmamos y lideramos acciones para combatir el cambio climático, pero actuamos en la dirección opuesta; apoyamos al multilateralismo en el discurso pero, al ser atacado, actuamos indiferentes y hasta con sonrojada complicidad y, cuando debemos alzar la voz por la paz y el desarme, cambiamos nuestra posición sobre conflictos internacionales dependiendo de la presión de actores externos como internos. Los anteriores ejemplos retrata la actual gestión en política exterior: desorientada y con serias distracciones que requieren ser enmendadas: i) mensajes contradictorios; ii) ausencia de coherencia entre instancias de gobierno; iii) oscilaciones frecuentes; iv) ambigüedad estratégica y, v) reacción más que acción.
Milla extra con esperanza. Ante la realidad de una política exterior desdibujada, esperamos que, para la próxima campaña electoral, el tema no esté ausente. En planes de gobierno, debates y entrevistas se debe confrontar este tema y conocer, por parte de quienes aspiren a la presidencia de la República, sus posiciones y futuras acciones. El 8 de mayo de 2026 el mundo no se detendrá, y el país, con prospección y pragmatismo, debe saber cómo enfrentarlo. El próximo gobierno – su diplomacia – deberá desplegar sus mejores capacidades, esa milla extra, para acometer: i) pérdida de credibilidad y confianza en el plano internacional; ii) incapacidad para proponer y consolidar nuevas alianzas estables; iii) enfrentar el debilitamiento de nuestro poder blando, y iv) atajar y revertir el aprovechamiento que actores internacionales – algunos muy cercanos – y otros locales, promueven con agendas contrarias a nuestra vocación.
La diplomacia costarricense, técnicamente sólida, enfrenta un dilema que pasa por estar compungida y atribulada, pero a la vez cuenta con la determinación para reponerse y actuar. Nuestros diplomáticos, audaces, inteligentes, saben que las barreras son mentales y, que este lapso de tiempo recientemente vivido, les ha permitido cultivar aún más el arte silencioso de la observación. Por lealtad con Costa Rica sabrán guiar el camino para reencontrarnos con nuestro devenir histórico y lograr encauzar el camino de nuestra política exterior de Estado, “con prudencia en la palabra, discreción en los modales pero con firmeza en nuestras convicciones".