Defensores de gatos en China luchan por evitar el tráfico de su carne
(AFP) Cuando Dabai, el gatito de Han Jiali, desapareció en Shanghái el año pasado, la joven buscó y buscó por todos lados hasta que dio con una red de tráfico de carne de felinos, que la servía en restaurantes.
En el país asiático, la mayoría de la gente no come estos animales, lo que no impide que cada año, redes clandestinas maten a cuatro millones de gatos para venderlos como comida, según cálculos de la oenegé norteamericana de defensa de los animales Humane Society International.
Según la organización, este mercado ilegal se da fundamentalmente en las provincias de Guangdong y Guangxi, en el sur de China.
Para Han Jiali, la búsqueda de su mascota se transformó en una verdadera odisea, que le costó tiempo y miles de dólares.
Esta mujer descubrió toda una cadena de suministro que se abastecía de gatos abandonados y también de mascotas que se aventuraban fuera de casa, en la región de Shanghái.
Cuando se encontró con cadáveres de gatos despiezados frente a fábricas y restaurantes de pueblo que anunciaban carne de este animal en su menú, tuvo que rendirse a la evidencia.
"Tuve que admitir que mi gato se había ido para siempre", dice conmovida. "Se lo comieron".
Ahora quiere evitar que otros gatos corran la misma suerte.
Desde hace un año, ayuda a elaborar informes policiales, sigue a los ladrones de estos felinos y envía peticiones a las autoridades de la provincia de Guangdong.