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¡Cuidado! No recargue a su hijo con actividades extracurriculares

Las actividades fuera de la escuela, no deberían ser deseos frustrados de los padres

Por Amanda Camacho | 5 de Ene. 2017 | 1:19 pm
Imagen con fines ilustrativos

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La emoción del inicio del curso lectivo y los distintos talleres que se ofrecen de manera extracurricular en las instituciones y centros privados, podría hacer que usted se deje llevar por el impulso de que su hijo participe en muchas actividades, lo cual lejos de ser beneficioso podría terminar abrumándolo.

"Entre los principales errores que cometen los padres de familia, está bombardear a los niños con actividades extracurriculares, lo cual hace que el niño no tenga tiempo para vivir experiencias propias de su etapa como lo es jugar", explica Jéssica Rojas, Psicopedagoga.

Rojas asegura que actualmente se vive una tendencia en la cual los padres desean tener hijos superdotados por lo que acuden a distintas lecciones y cursos privados como clubes deportivos, idiomas, robótica, entre otros, limitando los espacios de recreo de los menores.

En otros casos, las actividades extracurriculares son utilizadas por los padres como tiempo para tener ocupados a sus hijos mientras ellos salen del trabajo o lo utilizan como tiempo personal.

"El niño es el que va a dar una guía de cuántas actividades puede ir llevando. No podemos sobrecargarlo porque caeríamos en el error de frustrarlo, ya que de estar en tantas actividades el niño no va a dar la talla en todas", advierte Rojas.

Otro de los errores en los que incurren los padres es en matricular a los niños en deseos frustrados o por seguir tradiciones familiares. Por ejemplo, matricularlo en taekwondo porque fue el deporte que siempre quiso practicar el padre en su infancia o en fútbol porque se había practicado en todas las generaciones de la familia.

Entre las señales de alerta se encuentran cambios en el estado emocional de los niños e inclusive aislamiento; situaciones que deben ser intervenidas a tiempo para evitar problemas mayores.

"Queremos seres humanos felices, no robots ni máquinas. Se trata de respetar el ritmo de cada niño y permitir que este se desarrolle", concluyó la psicopedagoga.

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