Costa Rica se encamina a ser una sociedad más carbonizada y menos sostenible
Dependencia de combustibles fósiles predomina en matriz energética nacional
El Informe Estado de la Nación 2024, revelado este 14 de noviembre, advierte que Costa Rica se enrumba hacia una sociedad más carbonizada y vulnerable ante el cambio climático.
La investigación señala que la matriz energética nacional continúa estancada en la dependencia de los combustibles fósiles (derivados del petróleo). Además, los patrones de producción agrícola generan riesgos para la seguridad alimentaria y el ambiente.
El informe subraya que, a pesar de los esfuerzos en sostenibilidad ambiental, Costa Rica persiste en no abordar eficazmente los factores estructurales que agravan los riesgos frente a los eventos climáticos. Esto aumenta la vulnerabilidad de la infraestructura, el aparato productivo y los activos de la población, en general del desarrollo humano.
"Los avances en la gestión del riesgo frente a las variaciones en el clima son lentos e incrementan los costos -presentes y futuros- de la adaptación", apuntó Karen Chacón Aaraya, investigadora del Programa Estado de la Nación (PEN).
Reducir el riesgo ante el cambio climático requiere intervenciones para modificar, entre otros aspectos, los patrones de consumo energético y producción agrícola, que en la actualidad evolucionan en sentido contrario a la meta de descarbonización de la economía para el 2050.
"La matriz energética nacional mantiene alta dependencia de los combustibles fósiles, y la producción agrícola se concentra principalmente en cultivos con un uso intensivo de agroquímicos y orientados a la exportación", dijo Chacón.
Matriz energética estancada
El país continúa dependiendo de combustibles fósiles para abastecer la matriz energética. Por ejemplo, en 2023, el 69,4% de la energía consumida se obtuvo de fuentes no renovables como el diésel y las gasolinas, lo cual refleja un constante patrón insostenible.
Si bien la generación de electricidad se sustenta en fuentes renovables, como el agua, en 2023 e inicios del 2024 el país experimentó afectaciones a raíz de eventos climáticos como el fenómeno de El Niño, el cual incrementó la necesidad de recurrir a fuentes térmicas (altamente contaminantes y caras) para suplir la demanda nacional.
"El uso de productos derivados del petróleo para generar electricidad pasó de representar menos de un 1%, en promedio, en el último quinquenio, a un 5% en el 2023. En consecuencia, las emisiones de Dióxido de Carbono (CO2) del sistema eléctrico nacional crecieron 7,5 veces entre el 2022 y el 2023", detalla el documento.
"El cambio climático impone riesgos al sistema hidroeléctrico nacional. La capacidad de Costa Rica para seguir generando electricidad de manera sostenible está afectada por la débil gestión de esos riesgos", dijo Chacon.
También, permanece invariable es el aporte del sector de la economía más contaminante. En el 2023, el sector transporte consumió el 72% de los combustibles fósiles en Costa Rica. En conjunto, el transporte privado y de carga utilizan el 65% del petróleo importado en el país. En la misma línea, se reportó un incremento del 8,6% en la generación de emisiones de CO2.
Riesgos en patrones agrícolas
Los patrones actuales de uso del suelo y producción generan riesgos tanto a la seguridad alimentaria y nutricional como a la sostenibilidad ambiental.
Desde 1990, Costa Rica experimenta una reducción drástica, tanto en la superficie sembrada como en la producción de granos básicos fundamentales en la dieta nacional.
En el período 2019-2023, el área cultivada se redujo un 32,1% y la producción un 43,2%.
"La situación más extrema es la del maíz, pues desde 1990 su área de cultivo se redujo un 90,2%, y en 2022, último año para el que se tiene información, Costa Rica importó el 99,4% del maíz que consumió", indicó Chacón.
Desde 1990, las áreas de cultivo de frijoles y arroz han disminuido un 72,6% y un 70,8%, respectivamente. Además, Costa Rica importa más de la mitad de lo que consume de frijoles y arroz.
A la lista de los desafíos que enfrenta el sector agrícola se une el uso de plaguicidas. Por ejemplo, en 2023 se registró un aumento del 3,5% en el uso aparente de estas sustancias, lo cual genera riesgos para la calidad del agua y la salud de los suelos.
Entre 2001 y 2022 se registraron -al menos- 10 episodios de contaminación de acueductos por el uso de productos como bromacil, diurón, nitratos, terbufos, clorpirifos, metabolitos de clorotalonil y otros plaguicidas.
"La disminución en la producción de granos básicos compromete la seguridad alimentaria y nutricional de la población, pues no promueve una oferta suficiente y constante de alimentos que garantice la satisfacción de las necesidades de la población, principalmente en caso de perturbaciones temporales en las cadenas internacionales de suministro, ni una mayor diversificación de la dieta de la población", concluyó Chacón.