Las olas de calor ya no son eventos excepcionales: se han convertido en un fenómeno recurrente y creciente que impacta la salud pública, la productividad y la calidad de vida. Costa Rica no está exenta.

En este contexto, la arquitecta Estefanía Aguilar Navarro, de la Universidad de Costa Rica (UCR), presentó en 2025 el estudio “Modelo de Intervención Arquitectónica para la Resiliencia Climática”. El trabajo plantea un conjunto de soluciones técnicas orientadas a rehabilitar edificaciones, con el objetivo de reducir la dependencia del aire acondicionado y aumentar la resiliencia frente al calor extremo

Los modelos utilizados por la nueva arquitecta advierten que cantones como Liberia, Puntarenas y San Carlos podrían superar los 40 °C hacia 2070, un umbral crítico con serias consecuencias para la población escolar, no sólo por la pérdida de confort térmico sino por el impacto negativo sobre sus estudios y su proceso de formación.

Estrategias clave para escuelas y edificios existentes

Costa Rica dispone de aproximadamente 4.500 escuelas públicas, según la Dirección de Infraestructura Educativa del MEP. La mayoría de estas edificaciones solo recibe un mantenimiento tradicional, insuficiente frente a las nuevas condiciones climáticas. Adaptarlas es una tarea impostergable para proteger a las generaciones que enfrentarán un futuro más cálido.

El estudio de la UCR, aplicado a la Escuela Marcelino García Flamenco, en San José, pretende que las intervenciones arquitectónicas adecuadas reduzcan la temperatura interna y disminuyan el consumo energético. Entre las medidas propuestas, destacan:

Techos y fachadas verdes: reducen el efecto de isla de calor y mejoran la eficiencia térmica.
Parasoles y ventilación cruzada: permiten enfriar espacios de forma pasiva, disminuyendo la necesidad de sistemas mecánicos.
Materiales reflectivos y aislantes: reducen la ganancia térmica y mejoran el confort interior.
Captación de agua de lluvia y, eventualmente, el uso de energía solar: garantizan sostenibilidad hídrica y energética en el largo plazo.

Estas soluciones, además de su eficiencia técnica, poseen la ventaja de ser escalables y replicables en otras tipologías de edificaciones públicas.

Hacia un Código de Adaptación Climática

El aporte de Aguilar trasciende lo académico: puede convertirse en un insumo técnico fundamental para el Código de Adaptación de Costa Rica (CACR), actualmente impulsado por el CFIA con apoyo del MINAE, ONU-Hábitat y el Fondo Verde del Clima.

Este código procura establecer lineamientos obligatorios de resiliencia climática en edificaciones nuevas y existentes, un paso esencial para garantizar que la infraestructura pública acompañe las metas nacionales de adaptación y descarbonización.

La ruta equivocada: más aire acondicionado

La respuesta más común al calor extremo ha sido instalar aire acondicionado, lo cual resulta insostenible en el mediano plazo. El problema no es menor: en 2023, Costa Rica importó 242.621 unidades, por un valor cercano a $67 millones , un aumento del 84 % respecto a 2022.

Este modelo incrementa la factura eléctrica nacional, aumenta la dependencia de combustibles fósiles y contradice la estrategia de descarbonización del país. Apostar por soluciones pasivas y de diseño arquitectónico inteligente no solo es ambientalmente responsable, sino también económicamente más eficiente.

El reto de las próximas décadas

Los escenarios climáticos prevén para Costa Rica un aumento de entre 2,5 °C y 5,6 °C hacia finales de siglo. Frente a esta realidad, la arquitectura deja de ser un asunto meramente estético: se convierte en una herramienta de adaptación climática.

La rehabilitación de nuestras escuelas ofrece una oportunidad única para liderar en la región. Transformarlas en espacios resilientes, que en lugar de exacerbar el calor lo mitiguen, será una inversión estratégica para garantizar bienestar humano, sostenibilidad y calidad educativa a las generaciones futuras.

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