Chuck Mangione: El que nos hizo sentirnos bien

Chuck Mangione en la portada de su álbum ‘Feels So Good'.
Es curioso como un solo tema musical hizo famoso a Chuck Mangione hasta el día de su muerte, ocurrida el 22 de julio anterior. De hecho, realmente me asombra, la cantidad de mensajes, notas y testimonios que aparecieron en redes sociales y todos, absolutamente todos, mencionando su creación Feels So Good.
¿Por qué fue tan famosa esta pequeña gran obra musical?
Para empezar entró ganando con su título y así se posicionó en el salón de las canciones con títulos memorables donde figuran, entre otras: Don't Worry, Be Happy, de Bobby Mc Ferrin, Killing Me Sofly, de Roberta Flack, New York New York, en versión de Frank Sinatra, Bohemian Rhapsody, de Queen, Imagine, de John Lennon, para citar algunas solamente. Canciones poderosas que son intensos referentes de alguno o varios momentos en la vida de quien las escucha.
Feels So Good, de Mangioni, no más de entrada, ya nos hace sentirnos bien. Bueno, nos lo está sugiriendo de manera obvia, sin reversa ni vuelta en U, hay que sentirse bien y, lo mágico del asunto, es que realmente nos hace sentirnos bien, de hecho. Lo que nos conduce a la música.
No es una trompeta
La pieza da inicio con un solo de flugelhorn o fliscorno. Un instrumento de viento de la sección denominada metales que si bien es parecido a una trompeta su sonido nos dice otra cosa. Más dulce, más aterciopelado y un poco más oscuro. El instrumento favorito de Chuck y que se le ve abrazando, con gran amor, en la portada del disco en cuestión. Este instrumento es una mezcla de clarín con émbolos, de embocadura más gruesa y de campana o abertura más amplia.
El solo es nostálgico y apacible y se le va sumando la maravillosa guitarra de Grant Geissman, uno de los músicos que lo acompañó durante mucho tiempo en giras y grabaciones. Esa introducción se tropicaliza con la añadidura de la batería y las congas hasta entrar en el primer bloque de dinámica jazzítica que culmina con la aparición del sax de Chris Vadala y es cuando el jazz, en todo su esplendor, se posiciona en la pieza.
Pasamos de inmediato a uno de los mejores solos de guitarra que se han grabado en la historia del jazz fusión. Con este momento Grant Geissman se consagró en la historia del instrumento. Regresa el flugel de Mangioni y el tema entra en su último cuarto con alternancia de solos entre todos los protagonistas de la grabación y desde la mesa de grabación se inicia el "Fade Out" para dar paso a la historia.
Una melodía épica
Lo es porque Feels So Good es una creación gloriosa y legendaria. Provocó que mucha gente alrededor del planeta le prestara atención a una música llamada jazz y esto sin ser una composición estrictamente jazzística.
En realidad se ajusta más al término "jazz fusión" y para algunos se trata de "smooth jazz" aunque para mí es fusión pura. Y de la misma manera de cuando hizo su aparición Kenny G en la escena, con su tema Silhouette, esta creación de Mangioni fue masacrada por los rigurosos del jazz. Se equivocaron porque no tendrían que haber procesado este tema como uno de jazz. Se trataba de un nuevo estilo de música que empezaba a desarrollarse en esos finales de la década de 1970. Claro que tenía elementos del jazz pero también de la música italiana, de la "vita rurale", la vida en el campo al estilo italiano y, además, una formalidad estructural proveniente de la clásica. Todo esto macerado en el pop.
Este disco y este tema, ambos llevan el mismo título, se ubicaron entre los favoritos en 1978. El álbum salió al mercado en diciembre de 1977 por lo que el siguiente sería su año de gracia. Fue un fenómeno pues el jazz, como género representativo, no había logrado un puesto número 2 en la "vaticana" revista Billboard. No obtuvo el Grammy pero en su lugar algo más importante, el favor del público.
En los premios Grammy de ese año el ganador en jazz sería el pianista Oscar Peterson por The Giants. Y también ganaron en otros géneros The Eagles por la ingeniería de sonido de Hotel California; Barbra Streisand y Paul Williams por Evergreen, el tema de amor de A Star is Born; Fleetwood Mac por Rumors en Álbum del Año, entre otros.
Y también ese fue el año del estreno de la película Grease; Black Sabbath saca Never Say Die!, el guitarrista de Pink Floyd estrena su álbum titulado David Gilmour; Gloria Gaynor graba, sin sospecharlo en ese momento, uno de los futuros himnos del movimiento gay I Will Survive; Toto nos brinda su emblemático Toto y del lado hispano parlante Joaquin Sabina hace su Inventario; Julio Iglesias lanza uno de los más vendidos de su trayectoria, Me Olvidé de Vivir; José José la pega con Volcán y Lo pasado, pasado, mientras que en la salsa dos hitos: Hector Lavoe con Comedia y el inigualable Siembra, de Willie Colón y Rubén Blades.
Muchas razones para sentirse bien y desde muy diversos ángulos de vida. Veamos. Don Rodrigo Carazo, porque ganó las elecciones presidenciales; el Ejército Sandinista de Liberación Nacional porque derrotó al tirano Somoza o los argentinos porque ganaron su primer Campeonato de Fútbol Mundial y, valdría la pena mencionarlo, se inaugura el SINART. Fue allí que empecé mi carrera de comunicador, en la Radio Nacional, donde prácticamente todos los días, los diferentes productores, programamos Feels So Good, de Chuck Mangioni. En otras palabras y a buen entendedor "la quemamos".
Dato colateral
Dos décadas después de que Mangioni grabó este tema vino al país. En 1998 tenía varios años de no hacer gira de conciertos y, en este regreso a tarimas, incluyeron a Costa Rica. Tenía 58 años cuando apareció en el escenario del Teatro Melico. Las entradas costaron entre ¢4.000 y ¢16.000. Abajo estuvo parcialmente lleno pero arriba, el famoso "gallinero", fue un lleno total.
Por supuesto que en el repertorio estaba Feels So Good y la interpretó en dos ocasiones. La segunda fue la mejor pues con esta la improvisación fue mayor y el despliegue instrumental de cada integrante de la banda dejó muy claro el nivel al que pertenecían.
Dicen los familiares que Chuck falleció en paz, a sus 84, mientras dormía, en imagen y semejanza a las cosas que nos decía con su música; solo para sentirse bien. Así de simple.