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Año de elecciones de rectoría: Legitimando la ilegitimidad

Por Agencia | 20 de May. 2024 | 4:16 am

Este 2024 es año de elecciones de rectoría y, por tanto, es esta la persona que pasará a ser la representación ejecutiva de la Universidad de Costa Rica (UCR) por un período de cuatro años, claro está, que en conjunto con sus vicerrectorías. Algo así como lo que es un presidente y un ministro para un país presidencialista. Como cada cuatro años, la Universidad celebra un proceso en esencia imprescindible, para elegir a la persona que ocupará la rectoría, asegurando así una continuidad ordenada de las labores rudimentarias de la institución. Sin embargo, a pesar de lo mencionado inicialmente, lo cierto es que la Universidad de Costa Rica no elige directamente a la persona que ocupará la rectoría. Por el contrario, esta elección se lleva a cabo en el seno de la Asamblea Plebiscitaria por un grupo selecto y, por supuesto, minoritario, de todas las personas que constituyen la estructura universitaria.

Cabe considerar, por otra parte, que de acuerdo con lo establecido en el artículo 13 del Estatuto Orgánico de la Universidad, la Asamblea Plebiscitaria se ve conformada por la persona rectora, las vicerrectorías, los miembros del Consejo Universitario (CU), los miembros titulares del Tribunal Electoral Universitario (TEU) y las personas exrectoras. Además, de las personas docentes incluidas en el Régimen Académico, que tengan una jornada no inferior al cuarto de tiempo; profesores eméritos; y jefes de oficinas administrativas. Así como dos representantes designados por cada colegio profesional y una representación estudiantil no mayor al 25% del total de los docentes miembros de esta Asamblea, elegidos por los organismos estudiantiles correspondientes. Esto resulta importante, pues es esta la que tiene derecho de voto.

Ante este panorama poco democrático en el que hemos convenido legitimar la ilegitimidad, he de decir, aunque algunos se vean incomodados y lleguen a tildar estas palabras de imprudentes o necias, que tiene tanto derecho la persona que maneja una buseta universitaria, como una persona docente o un estudiante, a elegir de forma libre, secreta y democráticamente a la persona que ocupará la rectoría por cuatro años. Pues, al igual como a todos los ciudadanos costarricenses les afecta o les deja de afectar las decisiones del Gobierno Central, a todas las personas que constituyen la Universidad les afecta o les deja de afectar las decisiones que tome la persona a cargo de la rectoría.

Por lo anterior es por lo que encuentro conveniente, y dijéramos, hasta cierto punto ya impostergable, la necesidad de volver a poner sobre la palestra pública universitaria la discusión sobre la oportunidad de cambiar el modelo con en el que elegimos a la rectoría de la Universidad, y avanzar hacia unas futuras elecciones de rectoría de forma libre, secreta, democrática y legítima. Ante este nuevo paradigma, la resistencia resulta, al menos a mi parecer, una forma cobarde y solapada para evadir prácticas de buena gobernabilidad.

Estudiante de Administración Pública

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