#CRHoyVerifica la verdad sobre la inflación: La comida sigue subiendo a dos dígitos
Principal desaceleración se da en energías, no en alimentos
(CRHoy.com) La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó recientemente datos bastante positivos del país sobre su nivel de inflación, destacando que en la última medición de febrero acumulamos una de las inflaciones más bajas de los países miembros, con tan solo un 5,6% en febrero.
Rápidamente en Casa Presidencial quisieron aprovechar la publicación, republicándola en sus redes sociales y haciéndola acompañar del slogan del gobierno chavista costarricense: "trabajando, decidiendo, mejorando".
Si bien el dato es alentador, este no refleja toda la realidad y tanto la OCDE como el gobierno pecan de omisión al no publicitar de la misma manera otros datos desagregados de la inflación que reflejan por qué en realidad los costarricenses no sentimos que los precios realmente hayan desacelerado como aparenta.
Empecemos por lo básico: Para entender la inflación es necesario recordar que este es un indicador que toma en cuenta un promedio de precios de bienes y servicios, regulados y no regulados. En otras palabras, cada mes se toman todos estos bienes y servicios, se meten en una misma canasta y se hace un promedio, por lo que habrá algunos que subieron mucho de precio y otros que bajaron. Esto hace que el monto establecido sea apenas una aproximación.
Entonces, la pregunta es: ¿están realmente bajando los precios?
En el caso de la comida, la respuesta es definitiva: No. O al menos no tanto como el gobierno intenta hacerlo creer.
Con datos de la misma OCDE lo verificamos.
Por fortuna, existe un indicador que toma en cuenta solo el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas para sacar una "inflación en alimentos". Aquí quedan por fuera combustibles, servicios, transporte y todo lo que no sea comida.
Y la realidad es que a febrero, los precios de lo que comemos sigue creciendo a un ritmo de dos dígitos, un 14,30%. Ha habido una desaceleración, pues en agosto los precios crecían a un 22,4%, lo que significa que solo se ha reducido en 8 puntos porcentuales.
Recordemos que no es lo mismo rebaja que desaceleración. Para que haya rebaja o reducción real, los números deberían estar en símbolos negativos. Si siguen en símbolos positivos, significa que siguen subiendo de precio, aunque sea a una menor velocidad.
Entonces, si la comida sigue subiendo a un ritmo acelerado, ¿por qué el gobierno y la OCDE se jactan de una inflación general de solo el 5%? Y lo más importante, ¿qué es lo que está empujando este indicador a la baja?
Nuevamente, usamos los mismos datos de OCDE para buscar otro nivel de desagregación y es el que ellos llaman "índice de precios de la energía".
Este indicador toma en cuenta los precios de los bienes que un país utiliza como fuentes de energía, que en el caso de Costa Rica básicamente implica en su gran mayoría los precios de los hidrocarburos y en menor proporción electricidad, entre otros. (En otras naciones, son importantes también el carbón, por ejemplo).
Y estos datos sí reflejan muy bien lo que está pasando, pues es gracias a la rebaja en los precios internacionales del petróleo (el gobierno no tiene nada que ver en esto) que el costo de los combustibles en el país han venido bajando. Por ende, cuando se hace el promedio de la inflación general, es que el indicador se ve positivo ante la OCDE y Casa Presidencial, pero no para la señora de Purral cuando va a la pulpería o al supermercado.
Para entenderlo más fácil, y dimensionarlo, colocamos aquí ambos gráficos, donde vemos que la inflación en energía si muestra datos por debajo de cero (sí hubo reducción real), pero los alimentos siguen creciendo aceleradamente.
Hay una diferencia de 20 puntos porcentuales entre uno y otro, a febrero pasado.
Hay otros indicadores que también influyen – o deberían de hacerlo- en la inflación, como por ejemplo el tipo de cambio.
Cuando éste empezó a subir, vimos rápidamente un efecto en los bienes, especialmente en los importados. Ahora que el tipo de cambio viene hacia abajo, ese efecto no parece haberse terminado de trasladar a los consumidores a la misma velocidad.
