Las sospechas se confirman: el volcán Poás regresa a las erupciones
Científicos estudiaban borbollones ante indicios de incremento en actividad

Imagen de la erupción sucedida en la madrugada de este miércoles 2 de agosto. Captura de pantalla/Ovsicori
(CRHoy.com). Tras meses sin erupciones y un estricto seguimiento de los científicos, este miércoles hubo sorpresas en el volcán Poás.
El Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) reportó que un evento eruptivo que ocurrió a la 1:53 a.m. La pluma de gases y materiales volcánicos se alzó a 100 metros por encima del cráter.
"Se detectó una pequeña erupción. Se observó una pluma rica en vapor de agua. Se observaba un ligero tremor (sismo interno) de frecuencia", detalló el observatorio.
El volcán acaparó todos los reflectores a inicios de 2017 tras un intenso ciclo eruptivo que obligó a cerrar el ingreso de visitantes al parque nacional durante 1 año.
Hoy, más de 6 años después de esos eventos, el coloso alajuelense ha bajado un "poco" el perfil, pero sigue con condiciones y características que advierten que el macizo podría estar a las puertas de una fase de incremento en la actividad.
Por eso, el pasado viernes 14 de julio, químicos de la Universidad Nacional (UNA) y del Ovsicori subieron al cráter activo para recopilar datos que permitan descifrar si, en efecto, el coloso estaba ante un posible nuevo ciclo eruptivo. En todo el contexto de análisis hay un aspecto que es trascendental: la formación de borbollones en el fondo de la laguna hiperácida del cráter activo.
Un borbollón es una erupción que ocurre en un cuerpo de agua, de abajo para arriba, elevándose sobre la superficie. Este tipo de eventos se generan por distintos motivos. Ya sea por el vapor que se desprende del agua cuando hierve o por el aire que sale de algún orificio.
El lago cratérico, cuyas temperaturas en ocasiones rondaban los 60ºC, desapareció a mediados de 2017 tras el incremento de la actividad eruptiva ocurrida en abril de ese año. Desde entonces, se ha formado, y también desaparecido, en reiteradas ocasiones.
José Pablo Sibaja Brenes, químico industrial de la Escuela de Química de la UNA, explicó a CRHoy.com que los borbollones son parte de la actividad normal del volcán. No es la primera vez que se generan. Incluso, en otras épocas, se han visto en distintos puntos del lago. No obstante, el aporte científico que brindan puede ser vital.
"Pero, esto es un indicativo de exhalaciones propias del interior de la montaña. Donde, entonces, una masa de gases quiere salir y libera energía expulsando el agua que tiene por encima. La magnitud de esos borbollones nos puede decir, incluso, esos gases que se están burbujeando en la laguna y si es parte de la actividad normal o es un aumento", comentó Sibaja.
Un equipo de CRHoy.com acompañó a los funcionarios de Ovsicori durante la visita al cráter del 14 de julio. Ahí, además de la toma de muestras de agua del cráter se tomaron imágenes a partir del uso de un dron y se capturaron fotografías con cámaras térmicas.
Además del borbollón, es necesario medir otras características actuales del volcán. Entre ellas, la composición química, la sismicidad, el ensanchamiento del edificio volcánico, entre otros detalles.
"Con todas estas variables, veremos si hay un aumento de la actividad o si es parte de la normalidad", expresó el científico.
Parte de lo que se debe realizar es la toma de muestras del líquido de la laguna. "Vemos lo que es pH (acidez) y las propiedades físicas y químicas del agua, para ver si se mantiene dentro de las condiciones normales o si es un indicativo de un aumento o una disminución de la actividad", agregó el químico.
¿Cuáles son los principales cambios vistos en el coloso desde el intenso ciclo eruptivo de 2017? Sin duda, la desaparición del domo por la erupción de abril de ese año, la desaparición y aparición de la laguna, y una explosión fumarólica reportada en abril de 2022 que generó una especie de bahía en el cuerpo líquido.
El lago del cráter activo tiene 300 metros de diámetro y cuenta con aproximadamente 40 metros de profundidad. Sin embargo, la geometría de este sitio pudo cambiar sustancialmente producto de la intensa actividad de 2017.
El cuerpo líquido, cuyas temperaturas en ocasiones rondan los 60ºC, desapareció a mediados de 2017 tras el incremento de la actividad eruptiva ocurrida en abril de ese año.
Desde entonces, se ha formado, y también desaparecido, en reiteradas ocasiones. Debido al incremento en la cantidad de agua, las fumarolas volcánicas están actualmente bajo el líquido.
Las etapas del lago
Previo a 1986: experimentaba ascensos y descensos de nivel, coincidentes con la estación lluviosa y seca.
1986: descenso no regresivo, hasta secarse en abril de 1989.
1989: actividad en el lago levantaba columnas de vapor y gases sulfurados y clorados que se elevaban sobre el cráter y eran barridas por el viento predominante del este. En consecuencia, se mantuvo la lluvia ácida en los flancos oeste y suroeste del volcán. Hubo afectación agrícola y de salud.
1993: lago se encontraba en un buen nivel de recuperación.
1994: Actividad se retornó vigorosa, el lago casi desapareció y quedaron charcos aislados. Continuó por varios meses y la lluvia ácida dejó pérdidas por $1.5 millones.
2017: desaparece tras actitvidad con puntos altos en abril y mayo. Tras el ciclo eruptivo que inició el 14 de abril, el cuerpo líquido se comenzó a secar hasta alcanzar la desaparición total en julio.
Enero 2018: cese gradual de la actividad magmática y la reducción en la emisión de gases, aunado a las fuertes condiciones lluviosas de finales de 2017 y principios de año, provocan reaparición del lago.
Marzo 2018: cuerpo líquido nuevamente desaparece en virtud del descenso en las lluvias y el calor interno del cráter activo.
Abril 2018: científicos comprueban desaparición total del lago.
Octubre de 2019: reaparece tras fuertes lluvias ocurridas.
Abril de 2021: el nivel del lago recupera condiciones previas a 2017.


