Estudio: Alimentación influye más en la obesidad que la falta de ejercicio
La obesidad es una de las principales causas de mortalidad y morbilidad en el mundo, causando cada año cuatro millones de muertes. Comúnmente, se asocia con un alto consumo calórico y poca actividad física, pero ¿qué impacta más?, ¿la alimentación o la falta de movimiento?
Una publicación en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), sugiere que la alimentación desempeña un papel más importante que la actividad física en la obesidad.
Específicamente, se asegura que los resultados desafían la hipótesis de que la poca actividad física es responsable del aumento de la obesidad en poblaciones desarrolladas.
Para llegar a esta conclusión, los autores del estudio analizaron a más de 4.000 adultos de 34 poblaciones en seis continentes. Estas personas tenían estilos de vida y economías distintas, abarcando desde cazadores-recolectores, pastores y agricultores hasta poblaciones industrializadas.
En los países desarrollados económicamente se halló una mayor masa corporal, un mayor Índice de Masa Corporal (IMC) y porcentajes más altos de grasa, pero también se detectaron mayores gastos energéticos y un mayor consumo de calorías. De hecho, la obesidad es más común en poblaciones de desarrollo medio y alto, especialmente en mujeres.
"El porcentaje de alimentos ultraprocesados en la dieta se asoció con el porcentaje de grasa corporal, lo que sugiere que la ingesta dietética tiene un papel mucho más importante que el gasto reducido en la obesidad relacionada con el desarrollo económico", asegura el estudio.
El aumento de peso, principalmente, resulta de consumir más calorías de las que se gastan. Pese a que las poblaciones industrializadas son menos activas físicamente y su actividad disminuyó con el desarrollo, esto no se traduce en un menor gasto energético.
En efecto, las poblaciones desarrolladas presentan un mayor gasto energético, ya que poseen cuerpos de mayor tamaño. Según el estudio, el tipo de entorno —ya sea que una persona sea cazadora o viva en una ciudad desarrollada— no modifica significativamente el gasto energético. De hecho, las poblaciones desarrolladas lo registran en niveles más altos.
"La variación del estilo de vida no se correlacionó estrechamente con el gasto energético total. Algunas poblaciones no industrializadas mostraban niveles de gasto similares a los de EE. UU. o Noruega", indican los autores.
La investigación sugiere que la principal causa del aumento de la obesidad en países desarrollados es una mayor ingesta calórica. Eso sí, se resalta que no debe minimizarse la importancia de la actividad física por los múltiples beneficios que tiene. "Ambos factores, alimentación y ejercicio, deben verse como esenciales y complementarios en salud pública", indica.
El desarrollo económico ha permitido un mayor acceso a alimentos, lo que a su vez aumenta el riesgo de una dieta pobre en nutrientes y alta en calorías.
Los resultados del estudio con respecto al papel relativo en el aumento de peso poco saludable ayudan a orientar los esfuerzos de salud pública. Para esto, se recomienda usar medidas de grasa corporal más allá del IMC. Dicho cambio permitirá monitorear la obesidad y centrarse más en la alimentación que en el gasto energético.
¿De dónde provienen los datos de obesidad?
Se utilizó un curioso método, llamado agua doblemente marcada, que permite calcular el gasto energético mediante la tasa de eliminación de isótopos del cuerpo, así como la composición corporal mediante la dilución con el elemento químico deuterio.
Los científicos incluyeron datos de tres comunidades pastoriles. Inicialmente, la muestra era de 10.590 personas, pero se excluyó a aquellas con condiciones de salud particulares, atletas, entre otros.