El diputado del Partido Liberación Nacional (PLN), Danny Vargas Serrano, responsabilizó al ministro de Seguridad, Mario Zamora Cordero y al presidente de la República, Rodrigo Chaves Robles, por el fracaso del Gobierno en la lucha contra la criminalidad. Afirmó que, mientras el jerarca "siga sin escuchar ni ver la realidad del país", la violencia y el narcotráfico continuarán desbordados.

En una entrevista con Diputómetro de CR Hoy Pro, Vargas Serrano acusó a Chaves de habre destruido la cultura democrática del diálogo en Costa Rica. Según dijo, su estilo "autoritario y soberbio" ha dinamitado los puentes políticos y ha dejado al país "en ruinas en seguridad, educación y salud".

A continuación, un extracto de la entrevista.

¿Cuál es su lectura sobre la solicitud que hizo recientemente el Tribunal Supremo de Elecciones para el levantamiento de la inmunidad del presidente Chaves, a fin de que afronte varios casos de beligerancia política?
Es un tema de gran relevancia porque brinda tranquilidad respecto al funcionamiento de los poderes de la República y demuestra que los frenos y contrapesos de la democracia operan.
Creo que el TSE se había tardado en pedir el levantamiento del fuero, pues lo hizo cerca del proceso electoral, prácticamente cuando ya había arrancado la campaña.
La beligerancia era evidente, notoria y manifiesta desde hace muchos meses. Prácticamente, fue un gobierno que desde el primer día siguió en campaña.
Los actos de beligerancia son claros. Ha sido muy evidente en el estilo del presidente Chaves.

¿Qué le pareció la resolución de la presidenta en ejercicio del Congreso, Vanessa Castro, sobre el trámite de esta solicitud del TSE?
Es conforme a derecho.
No es un asunto que se salga de la esfera propia del quehacer administrativo, por decirlo de alguna forma.
Le corresponde al Directorio Legislativo, en este caso a la Presidencia, impartir la instrucción para el procedimiento del levantamiento del fuero.

Recientemente, con el apoyo de otros diez diputados, usted presentó una reforma para darle rango constitucional a la Defensoría de los Habitantes y otorgarle al defensor y al defensor adjunto inmunidad y otras prerrogativas de los supremos poderes de la República. ¿Cuál es la intención de esta iniciativa de ley?
Hay dos aspectos relevantes.
Lo primero es que no se trata de algo nuevo. En muchos países del mundo la figura de la Defensoría de los Habitantes tiene rango constitucional, precisamente para blindarla y otorgarle ese fuero, lo cual se vincula con lo que mencionaba hace un momento sobre los frenos y contrapesos que permiten garantizar su independencia y autonomía, además de brindarle protección. Máxime en épocas en que se escuchan discursos autoritarios que enfrentan a los poderes, a los frenos y contrapesos, y a todo lo que representa autoridad.
Creo que es una oportunidad importante para que la Defensoría quede protegida como un órgano con todos los fueros necesarios para ejercer su labor de la mejor manera.
Este proyecto va en ambas vías: en equipararlo con lo que sucede en muchos países del mundo donde la Defensoría tiene rango constitucional, y en atender el contexto actual, en el que el discurso autoritario va en aumento.

Usted resalta constantemente la importancia de la división de poderes y de los pesos y contrapesos en el sistema democrático. ¿Se han menoscabado estos aspectos durante la actual Administración?
Muchísimo. Esta es una administración totalmente atípica para las democracias, los demócratas y la idiosincrasia costarricense, basada en el respeto, el diálogo y la paz.
La Asamblea es el órgano por excelencia de la discusión política. Pero, a pesar de las diferencias, hay mucho respeto a nivel personal.
Los exabruptos de Chaves son totalmente atípicos, irrespetuosos y caen en algo que no es normal. Es importante que no crezcan y que, ojalá, se les ponga fin.

El presidente Chaves y la jefa del oficialismo aseguran que esta es una Asamblea obstruccionista. ¿Qué piensa de esa narrativa?
En todos los países del mundo existen Asambleas Legislativas con oposición.
En todas partes, el Poder Legislativo tiene la función de control: de freno a las disposiciones que quiere aplicar el Ejecutivo.
Esto responde a las tesis de representación popular, ya que representamos a distintos sectores.
El supuesto obstruccionismo puede combatirse con diálogo respetuoso, como ha sido la tradición democrática de este país durante los últimos 70 años.
Ha quedado demostrado que se puede construir con diálogo, no con gritos. Siempre con respeto. Y tan es así que, pese a las diferencias, esta Asamblea Legislativa ha aprobado créditos y eurobonos para el Ejecutivo, así como los presupuestos, haciendo algunas enmiendas, porque no querían que destináramos recursos a seguridad ni a educación.
Si eso lo llaman obstruccionismo, no lo es. Hemos sido aliados del Gobierno en lo que realmente es prioritario para el país, dejando de lado cualquier otra diferencia.

En noviembre arrancan las sesiones extraordinarias, cuando el Ejecutivo controla la agenda de los diputados. Este período se ha caracterizado por ser poco productivo. ¿Qué exhortativa le hace al Gobierno para este período?
Las estadísticas lo confirman: el período de sesiones extraordinarias es inocuo, no es productivo.
Cuando la agenda la tiene el Ejecutivo, no se produce, ya sea por falta de criterio o porque no tienen una agenda sólida de proyectos.
Otra razón es que el Gobierno no convoca iniciativas que, aun siendo buenas y beneficiosas para el país, provienen de bancadas de oposición.
Esa eterna rivalidad que mantiene el Ejecutivo no resulta productiva para las sesiones extraordinarias y, lo más grave, no beneficia al país.
Ojalá que en este último período haya una actitud distinta, de construcción y diálogo.

Las encuestas, sin importar quién las haga, coinciden en que la inseguridad es la mayor preocupación de los ciudadanos y que la gente percibe que el Gobierno de Rodrigo Chaves es incapaz de resolverla. ¿Qué hizo falta en este Gobierno en materia de seguridad?
La inseguridad es una preocupación de todos.
Desde la Asamblea se han hecho esfuerzos y se han aprobado modificaciones legales solicitadas por el Poder Judicial.
Pero hay algo irrefutable: los operativos en las calles, en las zonas calientes —como las llama el OIJ—, no los podemos hacer los diputados.
Mientras haya un ministro de Seguridad miope, que no escuche, las cosas no van a mejorar.
No mejorará la seguridad si no se realizan operativos en las zonas donde todo el mundo sabe que hay alta delincuencia.
No mejorará mientras el narcotráfico tenga tomado todo el Pacífico y se retire de Bahía Drake a la Policía de Control de Drogas.
Nada mejorará si se envía a la Policía Naval a lugares donde no hay costa.
Esas cosas no dependen del Legislativo.
Una gran parte de la ejecución de la política pública en seguridad corresponde al ministro del ramo, quien tiene responsabilidad absoluta junto con el presidente de la República.
Nosotros hemos hecho lo que se nos ha pedido, en conjunto con el Poder Judicial. Hay una parte que se nos escapa, que es la que le corresponde al Ministerio de Seguridad.
También hemos asignado recursos a las distintas policías.

¿Cuál ha sido el principal error de esta Administración?
Voy a señalar tres.
El primero es su incapacidad para construir política pública. Improvisaron al cien por ciento las famosas rutas.
Por ejemplo, la "ruta de la educación" fue un fiasco: no existía una política pública en ese ámbito.
"Seguridad Plus" también fue otro fiasco.
Solo son nombres rimbombantes, pero no hay contenido ni sustancia.
El segundo error es el equipo. Ha habido una soberbia absoluta del Ejecutivo, que no ha colocado a las mejores personas en los puestos de liderazgo para ejecutar esas políticas públicas.
Y el tercero tiene que ver con el estilo del presidente Chaves. Es un personaje cuyo estilo es inviable para la construcción política. La política es diálogo, y ese es su ejercicio esencial.
Quien desconoce eso, desconoce la política y, por ende, la teoría del Estado democrático.
Chaves desconoce la construcción de ese diálogo.
Siempre hay que tender puentes, y él —Chaves—, en su soberbia, dijo que era de "dinamitar puentes".
Al dinamitar los puentes, dinamitó al país en seguridad, educación y salud: los ejes que ha dejado en ruinas.

¿Qué representa el continuismo que se plantea ahora a través de Laura Fernández y del nuevo partido Pueblo Soberano?
Ese continuismo es prácticamente una extensión de lo que acabo de decir: significaría terminar de destrozar el país, que ya de las ruinas pasaría a cenizas.
Eso es lo que representa el continuismo.
Lo de los 40 diputados que mencionan me parece, al menos, una muestra de honestidad: han dejado claro que buscan hacer reformas constitucionales que alteren la institucionalidad, porque esta les estorba.
Ese es el mensaje más peligroso de todos.

¿Peligroso porque se percibe como un régimen autoritario?
Total y absoluto, porque el estilo es completamente autoritario.
Hoy existen dictaduras dentro de democracias.
En las últimas dictaduras instauradas en Latinoamérica no se ha disparado una sola bala ni ha corrido sangre.
Venezuela, Nicaragua y El Salvador son ejemplos claros.

¿Cuál es el libreto de estos movimientos?
Esto se veía venir. Algunos lo denunciamos en control político: iban a atacar a la Contraloría, al fiscal general, a los diputados y a los magistrados.
Ahora la última víctima es el Tribunal Supremo de Elecciones.
Sin embargo, creo que la población costarricense ha respondido bien al respaldar al TSE, porque es una garantía de la democracia y de la paz de este país.
De hecho, la estrategia de mordaza del Ejecutivo les salió por la culata.
La población reaccionó en redes sociales —el espacio que a ellos más les gusta—, y en cuestión de horas tuvieron que retirar esa publicidad.
Lo digo como un comentario esperanzador, porque ese ataque al TSE la población lo está sabiendo enfrentar y defender.

¿Qué se juega el país en esta contienda electoral?
Está en juego muchísimo.
Jamás imaginé que en Costa Rica estuviera en riesgo la estabilidad democrática en una elección. Nunca lo habría pensado.
Ahora caímos en una elección entre demócratas y fascistas. Es decir, entre un líder autoritario —y voy a decirlo— de poca monta, porque han existido líderes autoritarios de gran talante intelectual, pero este es de poca monta, aunque igualmente autoritario y peligrosísimo.
Al final, la contienda se está decantando entre los demócratas y quienes siguen el autoritarismo y el fascismo.