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Reportaje Especial

Con sus manos tejen una herencia familiar

Por Jacqueline Otey | 27 de Ene. 2018 | 12:00 am

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Juan Carlos Arrieta es artesano en telar y desde que nació, prácticamente, aprendió este trabajo observando a sus abuelos. Ahora, junto con su esposa y sus dos hijos, se encarga de perpetuar este arte heredado.

Según el artesano, sus antepasados comenzaron a hacer bolsas de mecate hace más de 60 años, que era de la fibra de la cabuya. Sin embargo, cuando este material comenzó a escasear, derivaron en el tejido con telas de materiales reutilizables.

"Esta es una tradición que viene de mis abuelos y del pueblo (San Isidro de El Guarco), ya que casi que solo aquí se trabaja esto… pero el telar se ha ido adaptando. Antes se colocaba la cabuya tirita por tirita, ahora se ponen todas las telas y se jalan. Son algunos cambios que se han tenido que hacer para avanzar", dijo.

Arrieta cuenta que trabaja de 5:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, horario en el que logra hacer 10 telas anchas y 12 o 15 de las más angostas, aproximadamente. Las mismas que se convierten más tarde en 40 alfombras grandes o 100 pequeñas o en hamacas y otros productos en los que han ido innovando.

La impulsora del "nuevo sello" del negocio familiar es Maureen Román, la esposa del artesano.

Ella llevó una capacitación con el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) hace un par de años, aprendió a desarrollar técnicas que les ayudaron a modernizar el trabajo. Es más, le sugirieron la importancia de desarrollar una marca y así nació "Artelar".

"Cuando nos invitaron a participar… lo primero que pensamos fue qué vamos a sacar de una simple alfombra. Sin embargo, con el tiempo aprendimos a hacer productos nuevos.

Las profesoras nos enseñaron a elaborar artículos con diseño. No fue fácil… estos productos no salieron de la noche a la mañana, pero así empezamos a hacer bolsos, sillas perezosas, puffs, almohadones… Todo hecho a mano y aquí estamos, siguiendo para adelante", explicó.

Trabajo en familia

En Artelar (cel: 8963-7287) trabajan Román, su marido y sus dos hijos, Génesis y Giancarlo.

"Esta es una técnica que es una herencia familiar y mis hijos desde pequeños la aprendieron. De hecho, a diario cada uno prepara el material reutilizado, lo cortamos, enrollamos y ponemos en el telar… todos sabemos hacer de todo. En lo que se ocupe, ahí estamos trabajando lo cuatro", dice.

Maureen señala que trabajan todos los días de la semana e incluso hasta el domingo, cuando es necesario.

La artesana comenta que su marido es quien viaja a Limón y San Carlos una o dos veces a la semana en busca de clientela.

Sin embargo, ella menciona que ahora también comercializan sus artículos en ferias como en Hecho Aquí y el Festival Internacional de las Artes (FIA).

"Esto nos ha permitido mostrar lo que hacemos y la innovación que estamos haciendo con este tipo de tejido", explica.

El sueño de esta tejedora a telar es que la técnica no se pierda, "y ojalá pudiéramos llevar la idea a otros países… para que la conozcan".

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