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Comunicaciones intervenidas y cómplice de “Los Mosca” habrían delatado a grupo de extraditables ticos

Por José Adelio Murillo | 29 de Oct. 2025 | 5:11 am

El testimonio de un narcotraficante habría sido clave para desenmascarar la operación criminal en la que participaban cuatro costarricenses oriundos de la Zona Sur, uno de ellos el oficial de la Fuerza Pública Michael Amador Corella, alias Rojo.

El expediente de extradición detalla que las autoridades de Estados Unidos —país que ahora solicita la entrega de los cuatro nacionales— habrían logrado interceptar comunicaciones y acceder a conversaciones que los implicaban en la movilización de cargamentos de cocaína.

William Iván Ramírez Arguedas, alias Rambo o Kimba; Gerardo Castro Muñoz, alias Precioso, Muñeco o Lalo; y Jorge William Cordero Obregón, alias Candado, Pallín o Gordo, son los otros tres sujetos sometidos a este proceso.

"Comunicaciones electrónicas interceptadas legalmente demostraron además que los imputados trabajaban con otros cómplices y supervisaban los aspectos logísticos del transporte y almacenamiento de grandes cantidades de cocaína recibidas de buques marítimos", señala el expediente en manos de CR Hoy.

Una parte fundamental para confirmar la participación de los sospechosos fue el relato de un exsocio no identificado, pero se refieren a él en la documentación como CW-1 (en referencia a cooperating witness, como se le dice a testigo colaborador en inglés).

Las autoridades policiales también entrevistaron a un cómplice y testigo colaborador, quien fue abordado por la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) luego de su captura.

"En una entrevista posterior al arresto, las autoridades le mostraron una fotografía del Sr. RAMÍREZ-ARGUEDAS a CW-1, y este identificó a la persona representada en la fotografía como el Sr. RAMÍREZ-ARGUEDAS, la persona involucrada en el tráfico de drogas", explica la documentación.

El mismo procedimiento se aplicó con los demás extraditables: se mostraron fotografías de Castro, Cordero y Corella, y el testigo los reconoció, admitió haber trabajado con ellos y confirmó lo mostrado en las conversaciones intervenidas.

"Las autoridades policiales también mostraron a CW-1 transcripciones de las comunicaciones electrónicas obtenidas legalmente durante esta investigación.

CW-1 informó a las autoridades policiales que se reunió con el imputado en persona y por medios electrónicos para llevar a cabo actividades de narcotráfico", señala la orden de captura.

En el caso concreto del policía, también el expediente habla de otra figura: un co-conspirador (referido como CC-1) con quien al parecer, trabajaba el oficial. No obstante, en algún momento Corella optó por separarse de este narcotraficante.

"El Sr. CORELLA-AMADOR fue interceptado en varias ocasiones verificando el estado de los cargamentos de cocaína con destino a Costa Rica, para luego informar a CC-1.

Las intervenciones electrónicas obtenidas legalmente indicaron que el Sr. CORELLA-AMADOR generaría más ganancias con sus actividades mayoristas revendiendo cantidades más pequeñas de cocaína a traficantes con sede en Guatemala en lugar de solo trabajar en nombre de CC-1", señala el expediente.

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Investigación extensa

La investigación es de larga data. El Tribunal del Distrito Sur de California, EE. UU., giró desde hace más de cinco años órdenes de captura contra los sospechosos.

De acuerdo con el expediente —al cual CR Hoy tuvo acceso—, esa corte estadounidense emitió las órdenes de arresto el 31 de julio de 2020, las cuales se mantenían vigentes y ejecutables hasta su aprehensión, realizada hace casi dos semanas.

El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y la Policía de Control de Drogas (PCD) ejecutaron la captura junto con la de tres sospechosos más de trasiego internacional de estupefacientes.

Las autoridades identificaron una organización narcotraficante con sede en Golfito que, entre 2017 y 2020, fue responsable del transporte de toneladas de cocaína por barco, avión y furgones de carga desde Colombia hasta México, con destino final en el territorio estadounidense.

Con la asistencia de las autoridades costarricenses y la Guardia Costera estadounidense, se incautaron más de tres toneladas de cocaína pertenecientes a esta organización criminal, lo que demostraría su importante influencia en el mundo del contrabando de estupefacientes.

La solicitud de extradición detalla que la red también operaba en otras partes del sur del país, desde donde coordinaba el transporte y almacenamiento de grandes cantidades de cocaína. Además, mantenían uno de sus centros de operaciones en San Vito de Coto Brus.

Las autoridades estadounidenses buscan presentarlos ante la justicia para someterlos a juicio, pues existe una acusación penal formal por al menos dos cargos federales de tráfico de drogas.

El documento judicial describe los roles criminales que habrían desempeñado el oficial y los otros tres costarricenses dentro de una red de narcotráfico internacional activa desde hace una década.

En este esquema, Ramírez Arguedas (Rambo) es señalado como uno de los líderes principales y figura central de la operación. La DEA lo identifica como el jefe de una célula de transporte de drogas para abastecer a otros carteles.

Su papel abarcaba la dirección, gestión y supervisión logística de los movimientos de cocaína a lo largo de Centroamérica. Por su parte, Gerardo Castro Muñoz (Precioso o Muñeco) figura también como líder dentro del grupo conocido en Costa Rica como Los Mosca.

Además de participar en la logística de transporte y almacenamiento de la droga, Castro tenía un rol clave en el lavado de dinero, gestionando las ganancias ilícitas obtenidas del contrabando de cocaína.

Según la evidencia de comunicaciones interceptadas, coordinaba con cómplices para asegurar el movimiento y ocultamiento de los cargamentos procedentes de buques marítimos, así como para facilitar la legitimación de los fondos.

El tercer implicado, Jorge William Cordero Obregón (Gordo), actuaba como operador de confianza de los dos cabecillas anteriores.

Su función consistía en ejecutar operaciones específicas por encargo de Rambo y Precioso, supervisando el transporte y almacenamiento de cocaína en territorio costarricense. Aunque su nivel jerárquico era menor, desempeñaba un papel operativo esencial para la red.

Finalmente, el oficial Michael Amador Corella (Rojo) apuntado como un narcopolicía infiltrado en las filas de la Fuerza Pública, que pasó de colaborar con un traficante de alto perfil a operar de manera independiente.

En las primeras etapas, fungía como intermediario logístico, verificando cargamentos y reportando movimientos al principal cabecilla. Con el tiempo, decidió independizarse y adquirir sus propios cargamentos para redistribuirlos a grupos de Guatemala, aumentando así sus márgenes de ganancia.

Los cuatro costarricenses son requeridos por delitos de narcotráfico y lavado de dinero, como parte de una investigación que expone una sofisticada red de tráfico transnacional con presencia en varios países del continente.

Todos descuentan dos meses de detención provisional a raíz de estos hechos, mientras se tramita la solicitud de extradición.

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