5 claves para entender qué está pasando en Madagascar
Una unidad militar de élite tomó el poder en Madagascar y disolvió las principales instituciones del país tras semanas de protestas encabezadas por jóvenes de la generación Z.
La caída del presidente Andry Rajoelina marca un nuevo capítulo en la larga historia de crisis políticas del país insular africano. Estas son 5 claves para entender qué está pasando.
1. El origen del malestar: cortes de agua y electricidad
El 25 de setiembre, miles de jóvenes salieron a las calles de Antananarivo, la capital, para protestar por los continuos cortes de electricidad y agua. Denunciaron que esos problemas afectaban la vida cotidiana y evidenciaban el deterioro de los servicios públicos.
El gobierno de Andry Rajoelina, en el poder desde 2009 y reelegido en 2023, ya enfrentaba acusaciones de corrupción y nepotismo. Lo que comenzó como una protesta por servicios básicos se transformó pronto en un movimiento político. Los manifestantes exigieron la renuncia del presidente y lo responsabilizaron por el estancamiento económico y la desigualdad.
Las movilizaciones derivaron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Naciones Unidas reportó al menos 22 muertos y más de 100 heridos, aunque el gobierno rechazó esas cifras y las calificó de exageradas.
Las protestas, impulsadas en su mayoría por jóvenes, se inspiraron en movimientos similares en países como Marruecos, Nepal y Kenia. Expresan un fenómeno global de la generación Z: ciudadanos conectados, organizados en redes sociales y capaces de convocar manifestaciones masivas en cuestión de horas.
2. De las calles a los cuarteles
La crisis dio un giro decisivo el fin de semana cuando la unidad Capsat (el Cuerpo de Administración de Personal y Servicios del Ejército de Tierra) se rebeló contra el gobierno.
Esta unidad, encargada de la logística militar, pidió a los soldados desobedecer cualquier orden de disparar contra civiles y anunció que asumía el control de las fuerzas armadas.
Tropas del Capsat se desplegaron en vehículos blindados y se unieron a los manifestantes en Antananarivo. Su presencia en las calles fortaleció la protesta y aceleró la caída del gobierno. Miles de personas celebraron la decisión de los militares.
El cambio de bando sorprendió a muchos, ya que el Capsat había sido clave en el golpe de 2009 que llevó a Rajoelina al poder por primera vez. Su ruptura con el presidente selló su destino político.
3. El ascenso del coronel Randrianirina
El martes, el Capsat anunció la suspensión de la Constitución y la creación de un gobierno de transición de hasta dos años. El coronel Michael Randrianirina, jefe de la unidad, declaró frente al Palacio Ambotsirohitra:
"Vamos a asumir nuestras responsabilidades. Vamos a tomar el poder".
El Tribunal Constitucional respaldó la acción militar e invitó a Randrianirina a asumir la jefatura de Estado, argumentando que Rajoelina se encontraba incapacitado para ejercer sus funciones.
Horas antes, el presidente había disuelto la Asamblea Nacional, una medida que los diputados calificaron de ilegal. Poco después, el Parlamento votó su destitución con 130 votos a favor y uno en blanco.
El paradero de Rajoelina es incierto. Según Radio France Internationale, el mandatario huyó primero a la isla de Santa María, luego a la Isla de la Reunión y finalmente viajó a Dubái junto a su familia en un avión militar francés. Desde allí, denunció un golpe de Estado, afirmó que salió del país por razones de seguridad y pidió respeto al orden constitucional.
4. Reacciones internacionales: entre la cautela y la condena
La comunidad internacional reaccionó con preocupación. La Unión Africana y países como Sudáfrica rechazaron cualquier cambio de gobierno por la vía militar y llamaron a un diálogo nacional inclusivo.
El presidente francés, Emmanuel Macron, expresó su inquietud y pidió que las protestas juveniles no sean manipuladas por facciones armadas ni potencias extranjeras. Estados Unidos también instó a una salida pacífica que respete la Constitución.
Pese a esas advertencias, muchos ciudadanos recibieron con alivio la intervención militar. En un país con altos niveles de pobreza y corrupción, buena parte de la población considera que el golpe representa una oportunidad para reiniciar el sistema político.
5. Un ciclo que se repite: los golpes y transiciones en la historia de Madagascar
Desde su independencia en 1960, Madagascar ha vivido un ciclo constante de crisis políticas y militares. Cada vez que el descontento social se intensifica, los militares intervienen para derrocar a las autoridades y prometer una nueva era de estabilidad.
- 1972: protestas estudiantiles derrocan al presidente Philibert Tsiranana y dan paso a la Segunda República.
- 1991: huelgas y marchas masivas fuerzan una transición democrática.
- 2002: una disputa electoral provoca una parálisis institucional.
- 2009: el Capsat participa en el golpe que depone a Marc Ravalomanana y lleva al joven empresario Andry Rajoelina al poder.
El patrón es claro: estallidos sociales, intervención militar, gobierno provisional y elecciones con promesas de reforma. Sin embargo, las causas profundas —pobreza, desigualdad, corrupción y debilidad institucional— permanecen intactas.
Hoy, Madagascar enfrenta el desafío de no repetir su historia. En un país donde tres de cada cuatro personas viven en la pobreza y solo una de cada tres tiene acceso a electricidad, la juventud emerge como fuerza decisiva. Su reto no es solo cambiar de líderes, sino transformar el sistema.