Introducción:
Si hay un lugar en Costa Rica donde la comida española se hace como debe ser, es La Alacena. Y no es por casualidad. Aquí la mente detrás de la cocina es Luis Alberdi, un chef que se formó en el País Vasco, donde la gastronomía es más que un arte, es una religión. Este mae no improvisa, aquí cada plato tiene su historia, su técnica y su respeto por la tradición.
Desde que probé este lugar, se convirtió en uno de mis favoritos para comer paella y mariscos. Pero ojo, si te da por probar el chuletón o el cochinillo, te vas a encontrar con una sorpresa, porque esos platos también son una locura.
Ambiente:
Desde que entrás, el aroma te recibe antes que los meseros: ajo, aceite de oliva, pimentón de la vera y otros olores como el de los caldos que elaboran constantemente, ya que son las bases para sus deliciosas paellas. Cada ingrediente pasa por una meticulosa selección que el chef Luis escoge para cada plato que ofrecen en el menú. Te sentís como en Madrid, con tanto producto español. El ambiente es casual, cálido y acogedor, perfecto para tappear, tomarse un delicioso vino de Rioja, Ribera del Duero y varias regiones de España.
Qué pedir:
Paella: De las mejores que he probado en Costa Rica. El arroz con el punto perfecto, mariscos bien tratados y ese sabor que te transporta directo a Valencia.
Dato curioso: ¿Sabían que solo existe un tipo de paella que está hecha con arroz variedad bomba, agua, aceite de oliva, sal, azafrán, tomate, judía verde plana, garrofón, pollo y conejo? Fuera de esto, el resto los llaman arroces. Por ejemplo: arroz con sepia, arroz con pescado, etc.
Torreznos: una sinfonía de texturas. Crocantes por fuera como un buen chicharrón, pero con un interior suave y untuoso que rinde homenaje a lo mejor del cerdo. Cada bocado es una combinación de sabor profundo, salinidad justa y una textura que suena antes de que se derrita.
Rabo de toro: Un guiso profundo, oscuro y lleno de carácter. La carne, melosa y gelatinosa, se deshace con apenas tocarla, impregnada de una salsa densa y sedosa que concentra todo el sabor del vino, los vegetales y el tiempo.